Discutió con infectólogos muy prestigiosos y reconocidos, le hizo frente al presidente de la Nación, se prendió en algún entrevero con Rodolfo Barili, dijo algunas frases muy polémicas, dividió las aguas en dos y recibió tantas críticas como apoyos.
Con esos antecedentes y ese récord, Cristina Pérez se consagró como la periodista más polémica de la cuarentena. Viviana Canosa podría ser la segunda, pero muy de lejos. Además, la tucumana se separó de Yoel Freue, por lo que transita un período de aislamiento a puro rock and roll.
En las últimas horas, la conductora de Telefe noticias subió una serie de historias a su cuenta de Instagram donde se mostró un poco lejos de esa profesional ruidosa y controversial que es, y muy cerca de la mujer común y silvestre, con las mismas necesidades y los mismos requerimientos de cualquiera otra, que pocos conocen.
En uno de los videos, Cristina está haciendo gimnasia en lo que parece ser el balcón de su departamento. Por debajo se puede observar un amplio y muy bonito espacio verde. Tan llamativos como sus movimientos son sus pilchas, de una furiosa tonalidad rosa cercana al fucsia, igual que las pesas que tiene en la mano.
Se escucha una música bastante pegadiza y si bien el entrenamiento no parece demasiado exigente, se nota que Cristina es una muchacha preocupada por lucir bien y en estado. Lleva puesta unas gafas y se la ve siempre sonriente.
En otro video, está planchando una sábana blanca. Y dale que te dale sobre la tabla y en medio de la humareda que larga el artefacto eléctrico, "Bueno... intentar planchar bien" escribió ella, mientras que dice "¿Qué se piensan? ¿Qué todo en la vida es glamour? No señores, hay que tener las sábanas planchadas". Después, sonríe con picardía.
En el tercer video está haciendo yoga, acaso la práctica preferida por aquellos que habitan el mundo de la farándula. "Meditación guiada en un día de tormenta" se puede ver mientas se escucha una canción y un par de palabras que suelta quien lidera la sesión.
Cristina Pérez, una mujer común y corriente. Hasta que se prende la lucecita roja de de la cámara y le gritan "aire".
