Samanta Casais vivió momentos muy duros en el medio de su participación de Bake Off Argentina, el reality que busca el mejor pastelero amateur del país. Las redes sociales se llenaron de haters que la acusaban de haber hecho trampa en el programa y la joven tuvo que aislarse para poder seguir con su vida.
En diálogo con Gente, la pastelera reveló cómo logró salir de esa situación con ayuda de su futuro marido y su psiquiatra.
La joven contó: “A mi mamá (Susana) le había dicho que no hablara con nadie, pero salió a hablar porque estaba como una fiera enjaulada y quería decir: ‘Basta, déjenla en paz’“. Además, la finalista recordó que llegó un momento en que hablaba su novio, ya que ella no quería tocar el celular: “Estaba como en una burbuja: necesitaba preservar mi salud mental”.
El momento de quiebre de Samanta fue cuando aparecieron los haters, que la tildaban de creída, una personalidad con la que no se identifica: “Yo intenté que no me afectara, pero cuando se cruzó la línea, cuando hubo un odio desmedido, ahí me puse mal y ya no pude controlarlo. Me levantaba con dolor de estómago, no lograba dormirme hasta las 4 am, tenía pesadillas y llegué a pensar en trágame, tierra, por decirlo de una manera sutil”.
También contó cuando fue que se dio cuenta que necesitaba ayuda de un profesional: “Yo me fui a bañar, me acosté en la bañera y quedé ahí, con el agua corriendo, con mi mente en blanco y llorando. Sentí que ya no quería existir más. Cuando mi novio volvió de hacer las compras, le pareció raro que no hubiera terminado de bañarme. Así que entró, me vio así y le dije que no quería nada más”.
"Cuando mi novio volvió de hacer las compras, le pareció raro que no hubiera terminado de bañarme. Así que entró, me vio así y le dije que no quería nada más", recordó Samanta.
La situación se le había ido de las manos y fue entonces que decidió acudir a un psiquiatra: "Ese mismo día tuve una sesión clave: me dio una medicación para poder dormir y un antidepresivo, y me dijo que estaba atravesando una depresión muy grande. Él, mi psicólogo –con el que llevo dos años haciendo terapia– y Juan fueron los que me sacaron a flote. Honestamente, si yo hubiese estado viviendo sola, no sé qué hubiera pasado. De verdad, no quería más nada. Me sentía contra una pared, frente a un pelotón de fusilamiento. ¡Y sin poder hacer nada! ¿Porque cómo convencés a 18 millones de personas de lo que está pasando?”, afirmó la joven pastelera.
Casais contó que tiene propuestas para trabajar en TV y que no descarta ninguna propuesta, pero no le interesa lo mediático. Le gustaría tener un programa de pastelería para chicos, descontracturado y divertido.