La renuncia de Lionel Messi al seleccionado nacional, la llegada de Gustavo Alfaro al cargo de entrenador de Boca, las declaraciones y los movimientos del titular xeneize, Daniel Angelici, o las confesiones más explosivas de los personajes futboleros del momento. Todas esas primicias, y muchas más, tienen un denominador común: Martín Arévalo, “EME-A” para aquellos que escuchan las tiras vespertinas de La Red, es el que las da a conocer para sacudir a los oyentes en cada una de sus intervenciones. En silencio, desde abajo, transpirando la camiseta y subiendo escalón por escalón (o “paso a paso”, como se dice en el argot deportivo) el muchacho nacido en San Clemente del Tuyú se convirtió en uno de los referentes jóvenes del periodismo vinculado al futbol, con todo lo que ello significa. Así como tiene seguidores, están quienes lo critican. A nadie, eso sí, le resulta inadvertido.
2018 fue un gran año para él. Pero no sólo por la cobertura del Mundial en Rusia o por haber seguido, como pocos, la histórica final de Copa Libertadores que River y Boca disputaron entre la Bombonera, el Monumental y el Santiago Bernabéu de Madrid. No. Lo mejor que tuvo la última temporada para él fue que se puso de novio –o terminó de blanquear la relación– con Cora Debarbieri, colega suya pero en el periodismo que se dedica a las cuestiones del espectáculo. O a la vida de aquellos que trabajan en la tele, en el teatro o en el cine. Desde que terminó su último noviazgo, Corita era una de las solteras más codiciadas del ambiente (es joven como él y todos los días luce su innegable belleza en la programación de América, donde es una especie de comodín) y encontró la “horma de su zapato” cuando conoció a Arévalo en una fiesta del grupo para el que trabajan. Bastó que uno de los dos se acercara y abriera la charla para que sintieran que eran, como cantaba la tribuna en otros tiempos, un solo corazón.
Algo tímidos y muy reservados, tardaron bastante en admitir que estaban enamorados. Aunque a él lo “cargaban” al aire mucho más que a ella y le resultaba imposible negar o esconder que estaban saliendo, recién con una publicación en las redes sociales terminaron de blanquear eso que sentían en sus corazones.
Los dos trabajaron mucho –muchísimo– a lo largo de 2018. A toda hora y cualquier día. Para ellos no existen francos ni descansos. Cuando llama la noticia, allí están. Por eso, al momento de decidir las vacaciones el destino debía ser importante. O acorde con la tonelada de laburo que tuvieron estos últimos 12 meses. Revisaron las páginas de Internet vinculadas al turismo y decidieron ir a la Riviera Maya. Playa, mar, sol, ricas comidas, tragos divertidos, paseos trepidantes, saltos al agua con chalecos salvavidas, arenas blancas que parecen harina, excursiones a lugares de ensueño y hoteles con “todo incluido” en los que sólo hay que prepararse para pasarla bien y no existen las preocupaciones. O sí, una sola: dónde convivir, en la casa de quién, una vez que terminen las vacaciones.
Con el CORAzón contento
Vacaciones en México