Como si no hubiera tenido un pasado vinculado a los medios, recién durante la cuarentena se escribió vida y obra de Hernán Drago. Hubo varios y variados tomos en esta especie de enciclopedia que se armó alrededor de él: su vida, su pareja, sus trabajos, sus deseos, su futuro, sus ganas de atravesar una nueva relación, sus pensamientos, sus opiniones, sus pareceres, su casa, sus gustos, sus simpatías. De su ex mujer, en cambio, se dijo poco y nada. Es hora de hacer justicia con Bárbara Cudich.
Bárbara y Drago (a partir de aquí, cuando nombremos a los dos ella irá en primer lugar) protagonizan un fenómeno que parece ser bastante común en este período de aislamiento: están separados pero comparten el hogar, una hermosa vivienda ubicada en un coqueto barrio cerrado ubicado al norte del conurbano bonaerense.
Pensada, diseñada, soñada y construida por los dos cuando eran una de las parejas más sólidas del ambiente, la imponente casa lleva en el orillo la marca registrada de ella, quien tuvo a su cargo prácticamente todo el trabajo de decorarla. Lo hizo con su gusto, algo que le valió "el aplauso-medalla-beso" de quienes pasaron. "Es imposible no felicitarla, le quedó maravilloso" es el comentario casi coincidente de todos los que han visitado la propiedad.
Otra punto de acuerdo general es destacar algo que hay en la casa. Un elemento sorprendente e innovador. Y ahí sí que no hay "cincuenta y cincuenta": todo el mérito es para ella. Son hamacas para interiores y exteriores de las que que Bárbara es responsable desde el primero hasta el último detalle. Y están buenísimas.
Con talento de artesano y paciencia oriental, Bárbara viene a ser como un orfebre de la madera y cada uno de sus trabajos termina siendo una especie de obra de arte que no se parece a la otra. Su cuenta personal de instagram (Barbsconstruye) permite llegar en segundos a la de su emprendimiento: hammaks.argentina.
Silenciosa, esforzada, tenaz y pertinente, Bárbara ha preferido hacer todo a pulmón y evitar cualquier ayuda que le pudiera brindar su ex. Una sola palabra suya habría bastado para diversificar el conocimiento de la marca. Ella optó por el camino menos sencillo pero, quizás, más gratificante: el del boca a boca de aquellos que conocen sus laburos. Y ahí va, haciéndose camino.
La madera no es el único material al que le mete mano. La cuerina que utiliza para las "correas" (no usan cuero para no maltratar animales) también conoce de su sacrificada y artística tarea, igual que el hierro donde se forjan las "chapas" que llevan indeleble la marca. Yo la pienso, yo la hago, yo la vendo.
Hay un famoso que quedó embobado con sus diseños y ya tiene uno en su casa. Nada más y nada menos que Facundo Arana, un amante de la naturaleza, la vida al aire libre y el movimiento. Ir para un lado y para el otro, y en ese ir y venir permanente dejarse llevar y permitirse soñar con días mejores. Todo lo que se puede hacer sobe una hamaca.