Ninguna serie de Netflix, de Amazon, de Sky, de HBO o de Fox, ninguna película de la Metro Goldyn Meyer, la Universal o la Paramount ni ninguna ficción de Underground, la legendaria PolKa o la factoría de Cris Morena hubiera imaginado un giro semejante en la vida de uno de sus protagonistas. Nadie, ni el escritor más laureado, habría diseñado un guión de tamaña magnitud.
No hace falta decir, entonces, que la realidad superó a la ficción. Primero porque no hubo ficción, y segundo porque la historia de Claudia Escobar habría derribado cualquier barrera. Todas. en serio. Repasemos, para quitar cualquier duda, qué pasó con ella.
Hace once años y medio, Claudia estaba casada y tenía tres hijos con Martín Lamela, un apuesto morocho que a pesar de su juventud manejaba con mano de hierro y voz carismática y convincente una agencia de compra y venta de automóviles. Tenía algunos empleados pero cuando algún cliente le interesaba, lo atendía personalmente. Un día, la que llegó con la intención de comprar un auto fue Adabel Guerrero.
Lamela se antepuso al resto de los vendedores y le ofreció a la morocha, por aquel entonces una bailarina en franco ascenso y camino a convertirse en una de las principales vedettes del condado, todo el parque automotor disponible en la agencia. Para cambiar de escenario y salir a comer algo, en cambio, le propuso llevarla en su propio vehículo.
El chispazo fue inmediato. La aceleración también: nadie sabe a ciencia cierta si Adabel se enteró de la situación marital de Lamela antes o después de engancharse tanto con él. La que no tuvo dudas, cuando el romance salió a la luz, fue Claudia. Para ella empezaron a salir cuando todavía vivía con Martín.
Martín Lamela manejaba una agencia de compra y venta de auromoviles. Adabel fue a comprar un auto y el flechazo marchó sobre ruedas.
La revista Semanario se hizo eco de su denuncia. "El todavía vive en mi casa y duerme en mi cama. Yo no soy sólo Claudia Escobar, soy Claudia Escobar de Lamela" dijo en un primer momento. A pesar de sus esfuerzos, de su queja, de calificar a Adabel como "robamaridos" y de su evidente fastidio fastidio por toda la situación, no hubo manera de ponerle un freno a la incipiente relación del hombre con el que había tenido dos hijos. En ese momento, Claudia atendía una boutique de indumentaria en Palermo.
Pero él era casado, y su ex salió con los tapones de punta. Hoy conviven los tres.
En un nuevo contacto con la publicación, ocurrido unas semanas más tarde, el discurso de Claudia siguió siendo de guerra pero menos explosivos, claramente. "No digo que Adabel sea la responsable de nuestra separación, pero es muy llamativo que a los 10 días de que el se fue de casa ya se mostraban a los besos. Es rarísimo".
Más allá de eso, admitía que "Martín siempre fue un buen hombre y un gran papá para los chicos. En este momento, lo que hace es cumplir con la cuota como corresponde a un hombre de bien. No tengo nada para decir".
Pasaron once años. Casi doce. Y la realidad es absolutamente diferente. Si en aquel momento un encuentro entre los podía tener derivaciones impensadas, ahora conviven. Conviven, sí: viven bajo el mismo techo, en la casa a la que Adabel y Martín se mudaron recientemente. "Nos odiábamos, pero hoy convivimos y somos buenas amigas", dijo.
"No digo que Adabel sea la responsable de nuestra separación, pero es muy llamativo que a los 10 días de que el se fue de casa ya se mostraban a los besos. Es rarísimo", dijo Claudia en su momento.
El tiempo cicatrizó las heridas y fue acercando las posiciones hasta lograr lo que parecía imposible: que las acérrimas contrincantes se fueran haciéndose amigas. Adabel fue mamá y los consejos de Claudia para cuidar a Lolita en sus primeros tiempos terminó de sellar la reconciliación. Cuando Martín llevaba a sus hijos al hogar que formó con Adabel, la morocha también fue una especie de "madre postiza" para los chicos. La comunicación, por entonces, se fue haciendo fluida.
Los chicos lograron acercar a los grandes. No tendría que ser tan llamativa la afinidad. Al fin y al cabo, tenían algo en común: las dos se enamoraron del mismo hombre.