Debería ser ley de la televisión argentina: para que una novela turca tenga éxito en nuestro país, uno de sus protagonistas debe llamarse Onur. Ni más ni menos. Si Las mil y una noches nos dejaron como recuerdo imborrable la extraordinaria relación entre "Onur y Sherezade" -que pasó de la ficción a la vida real-, la sorprendentemente exitosa Alas rotas nos permitió conocer a otro "Onur": Umit Kantarcilar.
Pero claro, no estamos en Estambul ni en Ankara sino en las pampas sudamericanas, y aquí es más fácil decirle "Onur" que llamarlo por su verdadero nombre y apellido. Entonces, nos daremos ese "permitido": de ahora en adelante, se contará entonces la historia de "Onur" y no la de Umit. Su vida y obra, para ser más precisos.
Onur estuvo casado con otra famosa actriz turca llamada Gamse Topuz. Contrajeron enlace en secreto y cuando la noticia trascendió fue de gran impacto mediático y social. Incluso, algunos la consideraron el evento más importante de 2014. Las coberturas alcanzaron altos niveles de audiencia, y los medios gráficos, aún en caída en todo el planeta, subieron sus tiradas y sus ventas.
EL NUEVO ONUR DE ALAS ROTAS
Las portadas y los grandes titulares volverían a tenerlos como protagonistas centrales en los dos años siguientes. En 2015 por una celebración: durante esa temporada nació su primera y única hija. Doce meses más tarde, en cambio, por una muy mala noticia: como consecuencia de una serie de desaveniencias y de permanentes fricciones -según los informes de la prensa local- anunciaron que se separaban.
Desde entonces, "Onur" ha estado solo de manera oficial, ya que lo circundan hermosas y jovenes muchachas tanto morochas -muy común en Turquía- como rubias, que son mayoría en tantos y tantos países de Europa. El muchacho tiene un prototipo que suele encandilar a mujeres de todas las edades. Es súper fachero, tiene una nena muy chiquita y está separado. Mejor partido, como dirían las abuelas, imposible.
Onur no es de Estambul. Nació y creció en una pequeña localidad rural llamada Antalya. Allí, cuando iba a la escuela, la mayoría de sus amigos jugaba al fútbol. Lo invitaban cada tanto, pero él, a pesar de sus habilidades con la número cinco, prefería desarrollar otras inquietudes.
Concretamente, las artísticas. Desde chico y de adolescente Onur les dijo a todos sus conocidos que quería ser actor. Que su futuro estaría en un estudio de grabación y no en un campo de juego. Y que se imaginaba en una escuela de arte o actuación más que en una universidad estudiando para médico, ingeniero o abogado.
EL EXITO DE ALAS ROTAS
Si bien la sociedad turca es tradicionalista y cerrada, Onur fue apoyado por su familia y era un adolescente cuando ingresó a los cursos de actuación que se dictaban en la zona donde se movía. Rápidamente se destacó del resto y llamó la atención de los profesores, que lo alentaron a que siguiera con los cursos. Pronto llegarían las oportunidades.
Después de completar sus estudios secundarios, una de las obligaciones que le impuso su familia, Onur estudió en el Conservatorio Mujdat Gezen, tras lo que empezó a actuar en el teatro Ali Poyrazoglu, donde participó de varias obras y fue creciendo en cuanto a trascendencia de sus papeles.
Con velocidad también le llegó la chance de hacer televisión. Y allí también escaló peldaño por peldaño. En 2017 ingresó a Alas rotas. Y ya nada sería lo mismo. Un antes y un después. Una bisagra.
Y como diríamos en la Argentina... y voló voló...
