El fallecimiento de su mamá, Rosa Monteferrario, sumió a Araceli González (51) en una profunda tristeza. Es que aquella mujer fue su guía y su sostén, y su partida dejó a la actriz devastada. Sin embargo, ella se apoyó en sus amores incondicionales: sus hijos, Florencia y Tomás, y su marido, Fabián Mazzei. Y en compañía de esos grandes amores, Ara (como la llaman sus íntimos) recogió los pedazos de su alma rota y poquito a poco la rearmó. Le costó trabajo, pero el recuerdo constante de su madre, una mujer de enorme presencia, la ayudó a ponerse de pie. Y sin dejar de recordarla, Araceli puso toda su energía en su familia y en su trabajo y salió adelante.
Y como si recordarla en las redes fuera una manera de exorcizar el dolor, la ex modelo abre su arcón de los recuerdos y comparte con sus más de un millón cien mil seguidores de Instagram bellas fotografías. “Hoy hace 6 meses. Sé que estás guiándome y sosteniéndome. ¡No te veo pero te siento! Estás atrás... al costado... de frente. Lo invisible se hace fuerte. ¡Te siento, te huelo! Te extraño tantooooooo. Paré para ordenar. Yo también quiero estar un poco, metafóricamente, invisible. ¡Que increíble! Me estoy reconstruyendo”,escribió al pie de una imagen en que se las ve juntas y sonrientes. “¡Un mundo hermoso compartido con vos se fue! Obvio, ¡queda en mi corazón y en mi memoria! ¡Nadie me quitará nuestras risas, nuestros llantos! Nuestra alegría de cada triunfo mío, porque amabas acompañarme y lo seguís haciendo. Porque tus pequeños Milagritos están abriendo puertas. ¡Puertas nuevas! ¡Lugares que elijo estar! Y que vos sabés que era eso lo que quería. Mamá... ¡tan linda!”, completó.
Hoy, seis meses después de aquel negro 10 de septiembre en que el corazón de Rosa se detuvo, su hija le dedica profundas palabras de amor y –fundamentalmente– de agradecimiento. “Y esa mujer que me alza ¡es mi mamá! Quien fue mi nido y cuidó de mí. Y juro sigue cuidándome. Porque cada día, cada hora, se va desenredando la madeja que pensaba nunca sucedería. Ella desde ahí arriba, ve todo y está trabajando. Porque nunca dejó de hacerlo, ¡para que mi vida fuera feliz!”,volvió a escribir al pie de una foto que tiene historia. En blanco y negro una sonriente Rosa alza en brazos a su hijita de apenas unos meses de edad.
Sus días trascurren entre trabajo y emociones. Reuniones laborales, encuentros con amigas o noches de teatro en pareja completan su vida, una vida intensa, marcada por aquella mamá que la acompañó desde que dio sus primeros pasos como la modelo de la lencería del corazoncito rojo, hasta convertirse –simplemente– en Araceli, toda una marca registrada.
Araceli González recordó a su mamá
Araceli González recordó a su mamá