La tapa es una de las más recordadas de la historia de Paparazzi. No porque descubriera un romance -como tantas otras- sino porque alumbró un tema que habían mantenido de luces apagadas durante mucho tiempo: una foto, una simple imagen, alcanzó para confirmar que Claudia Villafañe estaba en pareja con Jorge Taiana. Ni siquiera aparecían los dos. Estaba él con Benjamín Agüero Maradona, el hijo de Gianinna y el Kun, juntos y jugando a ser pescadores. El otro dato era más demoledor todavía: no jugaban a la vera de un arroyo ni en la costanera de un río cualquiera, sino que disfrutaban en la casa de ella. Sólo el novio de la empresaria podía tener tanta confianza para estar allí.
De esa portada habló hasta Diego Armando Maradona. "Era lo que faltaba y los desenmascaró" gritó el ídolo con la voz medio arruinada como la tenía. Se escribieron toneladas de tinta y se profundizó en teorías, conjeturas, sospechas y misterios acerca de Claudia, de Taiana -que hasta ganó un apodo descalificador que preferiremos obviar- de la relación y de las broncas que le provocaban al mejor jugador de todos los tiempos. No se dijo nada, en cambio, de la propiedad. Pues bien: llegó el momento de hacerlo.
Claudia sigue viviendo en esa casa y tiene, por consiguiente, la misma vista al agua que tenía en ese momento. Cuando busca un poco de calma y de serenidad para pensar, reflexionar y hasta para pasar los malos momentos como pueden ser los actuales se refugia allí, en la terraza que da a un sector exclusivo del Barrio Naútico Albanueva, uno de los más cotizados y lujosos de Rincón de Millberg, en el partido de Tigre.
Como la enorme mayoría de las de su tipo, la casona tiene ambientes amplísimos y muy cómodos, con grandes ventanales que permiten el ingreso de claridad desde las primeras horas de la mañana. Para evitarla no hay persianas: sólo se utiliza un sistema "total black" para que los rayos solares no incomoden el descanso de los moradores.
A Claudia le gustaba cocinar mucho antes de ingresar a MasterChef. De hecho, era una de sus actividades favoritas para ocupar sus ratos libres. En sus redes sociales abundan las fotos de ella "amasando ñoquis" sola o con sus hijas, a las que solía invitar a comer. Siempre tuvo fama de muy buena anfitriona, de ser ocupada, decidida, atenta, dispuesta, gentil y generosa con los que ingresan a su domicilio. La cocina, entonces, fue un lugar preponderante para ella y la decoró de acuerdo a su gusto. Allí fue más detallista y cuidadosa que en el resto de los espacios.
También atendió la puesta en funcionamiento del resto de los ambientes, por supuesto, pero con un poquito menos de fervor. Apenas eso. Allí fue directa y sencilla: colores cálidos, claros. A lo sumo algún contraste con un beigecito o un tono pastel, pero no mucho más. Amplitud, comodidad, espacio, luz. Esas son las marcas registradas de la casa.
En su rol de empresaria, Claudia Villafañe organizo algunas de las mejores fiestas que se desarrollaron en la Argentina durante los últimos años. Casamientos, aniversarios, cumpleaños, despedidas tuvieron su sello indiscutido. El ritmo frenetico que tienen esas celebraciones contrasta de manera notable con la quietud de su hogar. Es como si allí buscara la pausa que la vida no le da de las puertas para afuera.
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La casa tiene un gran espacio sin paredes -y al aire libre- donde los días lindos se disfrutan más que en el interior y las jornadas destempladas también tienen un sabor especial si se las contempla guarecidos en el interior de la casa. Hay verde, hay agua, se respira aire puro, se disfruta del silencio, del sol, de la brisa cuando acaricia los cuerpos y las pieles.
En estos días de dolores y recuerdos en carne viva, de consuelo y compañía con sus hijas y sus nietos, pero también de ilusiones renovadas por las ganas de ganar MasterChef, ser campeona ella y protagonizar su propia celebración, Claudia encuentra tranquilidad, paz y ganas en su casa de Albanueva. Está perfecto.
