¿Cómo explicar estos acontecimientos? ¿De qué manera contar lo que sucedió? A ver si sale: Barby Franco "dijo un montón de cosas" sin abrir la boca. Sin emitir una sola palabra. "Habló" y "fue contundente" aunque no se le escuchó tan siquiera un hilo de voz. Un gesto le alcanzó para contar qué siente y cómo transita estos calientes -y no tanto por el clima- primeros quince días de enero.
El estacionamiento de Canal 13 es un enorme playón que queda debajo de la autopista y linda, de alguna manera, con el comienzo de la legendaria avenida Nueve de julio. Sus enorme y larguísimo enrejado permite ver, entre los barrotes, tanto automóviles como personas.
Caminando por allí y buscando su vehículo enfundada en un ajustadísimo vestido entre rosa y fucsia, Barby Franco caminaba en busca de su automóvil. Llevaba, además de esa prenda tan llamativa, un par de zapatos que estilizaban todavía más su figura y un barbijo de color negro. No se le veían, pero también llevaba encima un poco de fastidio y una porción de hastío.
A Barby la incomoda la situación que vive en torno a su historia con Fernando Burlando. Está a punto de cumplir como mínimo un mes de separada y la situación no termina de definirse. Alguna vez dijo que se trataba de una crisis pasajera, pero la respuesta de su ex la dejó pedaleando en el aire: "Separado hasta las pelotas" le dijo a Rodrigo Lussich.
Carlos González prendió la infatigable cámara de Paparazzi apenas escuchó el tintinear de sus tacos repiquetando sobre la baldosa. El "amo y señor" de la calle no se iba a perder el testimonio más buscado de las últimas semanas. "Barby, Barby, ¡¡Barbyyyy!!" la llamó nuestro hombre. Ella miró, pero prefirió seguir su camino.
Un olvido repentino la demoró sobre la cinta asfáltica. El destino metió una carambola en favor de nuestro hombre cuando la morocha tuvo dificultades para recordar dónde tenía el auto. "¡¡Barby, de Paparazzi, queremos saber cómo estás!!" escuchó la morocha, que apenas atinó a saludar. Nunca se acercó.
González supo que le quedaba un sólo intento. El último. "Solamente queremos saber si extrañas a Burlando" preguntó, trepado a la reja como Diego Torres cuando gritó "guardiaaaaas" en la película La furia. Barby aminoró el ritmo, y aunque nunca dejó de ir y venir "habló". No movió los labios, no chocó la lengua contra el paladar, pero se manifestó a gusto y placer.
Con su dedo índice yendo de un lado al otro como si fuera un parabrisas accionado por un conductor al que lo sorprendió la lluvia, ella, astuta, no dejó dudas. Su "NO" retumbó en la cámara de Paparazzi como si lo hubiera dicho en 32 idiomas.
No más palabras, señor juez. Esta crisis que se convirtió en separación y camina para un divorcio final cada vez luce peor.
IMAGENES: CARLOS GONZALEZ
