Pasaron las semanas, los platos, los retos, los aplausos y las lágrimas de emoción y enojo, y la primera edición de MasterChef Celebrity Argentina llegó a su fin. Claudia Villafañe logró coronarse como la campeona del certamen integrado únicamente por famosos y a partir de febrero comenzarán las grabaciones de la segunda parte que promete ofrecer la misma o mayor emoción que esta entrega.
Sin embargo, los chefs que integraron el jurado -Germán Martitegui, Donato De Santis y Damián Betular- aún continúan resonando en todos los medios de comunicación y serán los protagonistas que continúen pisando el estudio de Telefé.
Pero hace poco, Germán se sometió al cuestionario de Flor Vigna, quien lleva adelante el segmento MasterChef a la carta, en donde además de preguntarle por su vida personal le hizo consultas sobre sus trabajos anteriores, y sin filtro alguno, Martitegui reveló algunos increíbles detalles no conocidos por el público.
Cuestionado sobre sus acciones pasadas en la vida, el reconocido chef aclaró que él no es de mirar hacia atrás, pero sí piensa mucho en el futuro y especialmente, en el de sus hijos Lautaro y Lorenzo: "No soy nostálgico. La verdad que no reniego de mi pasado, todo lo que hice me gusta, pero estoy en un momento muy hermoso. Me gustaría ir al futuro, si puedo. Estoy con mis hijos y todo el tiempo estoy pensando: qué harán, qué les gustará, a qué se van a dedicar. Yo soy muy de planear".
Pero para sorpresa de los presentes y de todos los espectadores, el jurado confesó que no siempre tuvo un buen vínculo con los niños, a la altura tal que cuando le ofrecieron trabajar en MasterChef Junior, certamen que se estrenó en Argentina en 2015, se negó rotundamente: "Estábamos haciendo el MasterChef amateur y me dijeron 'vamos a hacer MasterChef Junior'; y yo dije 'no cuenten conmigo'. Viste esa gente que te dice ‘querés agarrar al bebé’ y yo era de esos que decía 'no me pongan un bebé cerca, no quiero saber absolutamente nada'. Los chicos conmigo no se llevaban”.
Ante la insistencia de la producción de contar con su profesionalismo para ser jurado, Germán aceptó pero bajo una insólita exigencia: “Les dije que quería tener una psicopedagoga al lado mío todos los días, ocho horas por día diciéndome cómo tengo que tratar a los chicos porque yo no sé".
Entre risas, Martitegui recordó aquellas épocas y muy lejos de aquel desconocimiento, admitió que ese ciclo protagonizado por los niños logró despertar en él el deseo de ser padre: “Dos o tres días duró la psicopedagoga. Al cuarto día ya estaba jugando a la mancha con todos. Me gritaban desde el control para que me calme. Ahí me di cuenta que los chicos son un viaje de ida”.