De un día para el otro, aparecieron Los Wachiturros en Pasión de sábado y todo cambió para estos chicos de Morón, a los que la fama tomó por sorpresa. Nadie los conocía ni sabía de dónde habían salido estos adolescentes de pelo corto, lookeados con piercings, que se movían espasmódicamente y que ni siquiera llevaban instrumentos.
Fue presentarse en el emblemático programa de cumbia y conseguir cinco shows para la noche en distintos boliches. Todos querían verlos en el escenario, moviéndose al ritmo de Tirate un paso.
Pasaron diez años y el furor que estalló por Los Wachiturros, un fenómeno que se propagó por varios puntos de América Latina e incluso llegó hasta Europa, ya sólo es un recuerdo. Pero vale la pena repasar la delirante historia de esta banda, que nació a partir de Brian Romero y Leonel Lencinas, Coqii y Leito, cuando tenían 16.
Los dos de Morón y compañeros del colegio, la rompían los fines de semana en el boliche Pinar de Rocha, donde se convertían en el centro de las miradas con su estilo singular de bailar. "Estaba de moda la onda turra, los remix de los temas. Con mi colega Leito bailábamos para hinchar las bolas, para joder", contó Brian a Clarín.
Arriba del parlante de Pinar fue donde el productor de cumbia Javier Fernández, conocido como “Bazooka”, los descubrió y entendió que ahí había algo nuevo. "El chabón se acercó en la pista en pleno bailoteo. Nos dijo que tenía una propuesta: nos dijo si queríamos salir en Pasión de Sábado. Accedimos de una. Imaginate, para un pendejo salir en la tele. Era un golazo", siguió Brian.
Fueron los productores del ciclo de América los que advirtieron que tenían que armar un grupo: les dieron una semana para hacerlo y los volvieron a invitar, esta vez, con el que sería su one hit wonder: Tirate un paso.
"El chabón se acercó en la pista en pleno bailoteo. Nos dijo que tenía una propuesta: nos dijo si queríamos salir en Pasión de Sábado. Accedimos de una".
El tema se hizo en un día. "En un segundo explotó todo. Nos querían de todos lados. No lo podíamos creer. Yo no caía, era una locura", señaló sobre ese vértigo que le dio muchas satisfacciones y, también, amarguras.
"A nosotros nos estafaron de una manera que ni te imaginas. La plata que nos sacaron… Nos daban dos mangos. Cuando nos dimos cuenta era bastante tarde", recordó, aclarando que no "entendían nada del mundo de la música" y “no lo tomaba como un trabajo”.
"A nosotros nos estafaron de una manera que ni te imaginas. La plata que nos sacaron… Nos daban dos mangos".
El ritmo era abrumador: hacían unos diez shows por noche, cuatro días a la semana. ¿Y la paga? “Dos o tres mangos, nosotros contentos y ellos se llevaban toda la plata”, se lamentó el joven, hoy de 26, que tiene un emprendimiento de venta online de cortinas y sábanas con su pareja y trabaja en una distribuidora de fiambres.
“A mí no me gustaba la fama. No quería eso, porque sabía lo que venía después. Pero mis viejos me decían 'no seas boludo, dale que el tren pasa una sola vez'. Ahí seguí, seguí de largo”, concluyó.
