Sin conocer prácticamente tierra nacional, en 2012 Charlotte Caniggia (26) llegó al país. En ese entonces se creyó que se trataba de una simple visita de la hija de Mariana Nannis y Claudio Paul. La por entonces rubia y su hermano, Alexander, eran casi un enigma para los medios. Pero lo que pareció ser una breve estadía terminó siendo el lugar de residencia para los hijos de la excéntrica y el ex jugador de fútbol. Desde entonces, la que en ese momento era una adolescente se convirtió en noticia semanal por distintas circunstancias. Por los desplantes a la prensa, al escapar delante de las cámaras de las preguntas de los cronistas, algún que otro incumplimiento laboral, las idas y vueltas de su escandaloso noviazgo con Loan, que incluyó una denuncia judicial por agresión física hacia ella.
Y, como si fuera poco, a lo largo y ancho de los años se mantuvo vigente la polémica sobre su estética. En más de una oportunidad se habló y hasta se debatió sobre las cirugías y variedad de retoques estéticos que se fue haciendo en el rostro y el cuerpo. Cada dos por tres, Charlotte sorprendía públicamente con nueva figura y con la cara modificada. Y la pregunta era si para ella se había vuelto una suerte de obsesión, teniendo en cuenta su corta edad, aunque ella no lo considerase de tal forma.
Muñequita. Para verse a su gusto, lograr los resultados estéticos que fue anhelando y que la alejaban de lo que le ofreció la naturaleza, Caniggia pasó tres veces por el quirófano con objetivos concretos. Primero, agregarse lolas, cuando tenía dieciocho años, porque consideraba que tenía muy poco, y se terminó poniendo –según ella misma contó– medio kilo en cada pecho. Pero a pesar del disfrute que le generaba la imagen frente al espejo, el peso empezó a incomodarle tanto la espalda que al tiempo pasó de nuevo por la sala de operaciones para quitarse volumen. Pero ese no fue el único motivo por el que pasó por las manos de un cirujano plástico.
También lo hizo con el fin de hacerse una lipo para apostar a un remodelado de la figura corporal y una rinoplastia, no por complejo sino para verse mejor, según ella confió, al tiempo que sostuvo que todo lo que se hizo lo pagó con dinero, que nada fue por canje, metodología que suelen usar los famosos.
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Terminado el conteo quirúrgico, Char también apostó a los retoques estéticos rellenando sus labios con ácido hialurónico, aplicación de bótox y relleno también de pómulos, lo que fue marcando modificaciones en su carita, algo que motivó comentarios de todo tipo, tanto en los programas de televisión como en las redes sociales, decisivas hoy en día en el ánimo y en las consideraciones de la gente, sean famosos o pertenezcan al silencioso mundo del anonimato. Y hubo para todos los gustos. Cargadas, bromas, felicitaciones, elogios, reproches y hasta burlas. En algún momento, ella llegó a decir que sentía que le hacían bullying.
¿El límite? Hoy, al parecer, conforme con la imagen que logró, la participante del Súper Bailando 2019, decidió dejar atrás las etapas de exceso de cirugías y retoques para apostar a una vida natural o, por lo menos, lo más cercana posible. Por un lado, para cuidar, mantener y mejorar, si es que fuese necesario, sus curvas, apuesta a la actividad física al aire libre, sobre todo correr a diario. Y por otro lado, ya no quiere volver a entrar a un recinto quirúrgico en pos de un nuevo cambio. Y procura mes a mes hacerse la menor cantidad de tratamientos en el rostro. ¿Le durará la decisión? Dudoso…
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