Tiene sólo 27 años pero ya podría escribir sus memorias, o el guion de una serie para Netflix. Mucho antes de los 30, cuando la mayoría recién empieza a vivir, María del Mar Cuello Molar ya pasó por unas cuantas experiencias “de novela”. Con una sustancial diferencia: si en la ficción abundan los finales felices, a la cordobesa le sucedió todo lo contrario.
Su vertiginosa llegada al mundo de la fama y las lucecitas de colores, su relación con Matías Alé, su noviazgo con Lucas Velasco y su paso por el Bailando por un sueño y algunas aventuras teatrales terminaron, indefectiblemente, para el traste. En escándalos mediáticos y en fracasos artísticos. Inquieta y misteriosa como pocas, la modelo y alguna vez actriz protagoniza un nuevo capítulo en esta especie de serie en la que se ha transformado su vida. Se fue a México en busca de nuevos horizontes laborales y del sosiego que no encontraba en la Argentina. Villa Carlos Paz, donde atendía un kiosco antes de ser conocida y tapa de revistas, por el momento puede esperar…
Mar… iachis. En su momento, María del Mar alcanzó tanta notoriedad pública (se casó con Matías Alé el 1 de octubre de 2015, después de 3 meses de noviazgo) que apenas hacía falta decir su nombre para saber de quién se trataba. Como Susana y Moria desde siempre, o como Wanda en los últimos años. Así de sencillo y así de contundente. Alé era el picaflor más grande y empedernido del país, y que de golpe y porrazo anunciara que “había conocido a la mujer de su vida”, que se quería casar de inmediato y que soñaba con ser padre la elevaron a un nivel de popularidad inusitado: de repente, toda la tele, la radio y las revistas hablaban de ella. Un fenómeno parecido al de Ricardo Fort, pero sin billetes de por medio.
Después empezó a darse “una serie de eventos desafortunados” que la convirtieron en una figura intrigante. Siempre sonriente, alegre y diáfano, un Alé distinto, nervioso y alterado anunció un embarazo que no era, emprendió una guerra contra una parte de la prensa, dijo que quería ser “el Brancatelli de Macri” y sufrió un brote místico que lo llevó a una internación en un centro para pacientes psiquiátricos. La sombra de ella estuvo detrás de esos sucesos. Al poco tiempo pidió el divorcio.
“Me abandonó, si no seguiríamos juntos”, dijo él hace poco. María del Mar lo negó. Pasó por el Bailando y fue novia de Lucas Velasco, pero todo fue fugaz. Ahora se instaló en México. En un reducto coqueto y tradicional del Distrito Federal llamado Condesa, una barriada que combina el estilo señorial de nuestra Recoleta con el pintoresquismo de San Telmo. Recorrió las más famosas playas de aquel país protagonizando campañas. Anduvo por Cancún, Acapulco y Playa del Carmen. Aún no se le conocen novios, aunque se especula con que algunas fotos en sus redes sociales están dedicadas a un hombre. Para reinventarse y arrancar de cero, México lindo y querido…
La modelo está fascinada con los paisajes aztecas.
¡Qué diosa la ex de Ale!