En abril, Luciana Salazar concretó su ansiada mudanza. Dejó un departamento en Núñez para mudarse a otro, en el mismo barrio, en dúplex. En el nuevo hogar, ella y su hija Matilda disfrutan de las majestuosas comodidades.
Después de largos meses de lucha para vender la propiedad sobre Avenida Congreso -se complicó concretarla en tiempos de pandemia y de escaso movimiento inmobiliario-, finalmente Luciana pudo embalar y armar valijas.
Y mudarse a su nueva casa, uno de sus grandes anhelos al considerar que con su hija, en crecimiento, necesitaban más espacios, mientras Camila, su hermana, pasa un drama en Ibiza.
Después de una tediosa mudanza, según la propia Luciana definió, con la nena ya disfrutan de los distintos espacios del lugar. Porque más allá de una imponente vista al río que le ofrece al ser un departamento en piso alto y estar cercano al Río De la Plata, uno de los ambientes vedette es la cocina.
Con dimensiones de un living comedor, impecable limpieza secundada por dos amas de llaves que acompañan día y noche a Salazar, el lugar no solo se usa para elaborar preparaciones sino como espacio de alimentación diaria.
Con tecnología en refrigeración y horno de última generación que, a simple vista, se nota que son nuevos, el mobiliario es en color blanco que combina con el tono de las paredes. Con grandes frascos de legumbres y cereales a la vista, también lucen sobre la mesada central canastas con frutas de estación.
Allí, es Matilda la primera en cenar todos los días ni bien comienza la noche para, luego, descansar hasta el día siguiente, en medio del conflicto que su madre sigue manteniendo con Martín Redrado.
Con plato y cuchillo en color rosa, la baby -que cantó un “pedacito” de un clásico de Luis Miguel mientras cenaba- come por sus propios medios ante la atenta mirada de su mamá, Elba y Lucy, que también están a cargo de su cuidado. Así da gusto comer…