Verónica Lozano cumplió 51 años en medio de un muy buen momento profesional -Cortá por Lozano, el programa que conduce en las tardes de Telefe, suele imponerse a sus rivales de franja- y de una situación personal aparentemente muy calma: su relación con Corcho Rodríguez no escucha rumores de crisis, y su hija Antonia crece entre los avatares y las dificultades que impone la pandemia. Los tres parecen estar muy bien, algo que quedó reflejado cuando recibió un regalo de parte de su marido y de su nena.
En una de las habitaciones principales del caserón de estilo francés que habita desde que está en pareja con el empresario, Lozano recibió un obsequio muy especial que la puso al borde de las lágrimas. Corcho filmó toda la secuencia con su celular de alta gama, y ella la colgó en su cuenta de Instagram. Rápidamente recibió miles de likes y cientos de comentario.
En la imágenes se ve a Antonia ingresar al cuarto con un gran paquete envuelto en papel madera que no dejaba mucho margen para las dudas: por su tamaño, pero sobre todo por su forma geométrica (un rectángulo) y su delgadez, era un cuadro o era un cuadro. Eso estaba resuelto antes de que abriera el paquete. Faltaba descubrir el contenido.
Entonces, Verónica puso manos a la obra y si bien no "cortó por lo sano" sí arrancó el papel de un solo tirón y cuando dio vuelta el cuadro quedó simplemente conmovida y maravillada: un artista había pintado un "retrato" de su perro Copito, al que quiere con locura. Su reacción inmediata lo dejó en evidencia.
La muchacha, nacida en Bahia Blanca y egresada de la universidad con el título de sicóloga, llevó sus manos a la cabeza, abrió sus ojos como si fuera el dos de oros, gritó como si su equipo hubiera metido el gol del campeonato y celebró el regaló, precisamente, como si estuviera dando la vuelta olímpica que sigue a cualquier consagración. No era para menos: el dibujo era perfecto. 100 puntos, no 10.
"Ayyyy, es igual. Está buenísimo" exclamó Lozano, visiblemente conmovida por el regalo. "¿Es genial, viste?", le remarcó Corcho, celular en mano. Entre sonrisas y llanto, Lozano se acercó al cuadro, tomó a su perro, lo alzó, miró una y otra vez y como pudo, dijo: "Sí, está muy bien". ¡Guuuuauuuuu!
