La estabilidad sentimental de Juana Viale camina por la cornisa de un decimoquinto piso en un día de vientos y tormentas eléctricas. Tambalea y amenaza con volar por los aires por una serie de circunstancias que despertaron todos los alertas de su novio, el arquitecto Agustín Goldenhorm. La pareja continúa, pero no transcurre sus horas más placenteras ni las más calmas. Mas bien todo lo contrario.
Hace unas semanas, una noticia pasó medio inadvertida (para la gran mayoría de la gente, pero no para el arquitecto que conquistó el corazón de la nieta más famosa del país): Manguera Valenzuela había regresado a la Argentina. No sólo eso: además de retornar, estaba parando en la casa de Juana, una propiedad que ya ha resultado de interés para los portales y los sitios vinculados con la farándula pero también para los que hablan de la decoración.
Juanita y el galán chileno fueron pareja durante mucho tiempo y algunos, incluso, lo consideran el hombre más importante en la vida de la conductora de Canal 13. Ella, sin embargo, ha dicho repetidamente que no, que ha reducido completamente "los efectos secundarios de aquella relación" y que como prueba de eso ahora puede ser amigo de su ex, algo que en otro momento hubiera resultado imposible.
El argumento suena interesante a oídos de los imparciales, pero no resulta tan agradable para Goldenhorm, quien mantiene un vínculo estable con Juanita a pesar de que era ella, al principio de la relación, la que no quería darles tantos títulos ni pompa. Pero entre la insistencia del muchacho, sus buenos modales, su don de gente, su simpatía y su carisma se fue ganando la simpatía de Juanita, al punto de que ella, cuentan, está completamente enamorada de él.
Pero el hombre será todo lo amable, lo simple y lo bonachón que quieran que ha puesto en el grito en el cielo (y en el "celo") por la inesperada presencia de Manguera en la casa de Juana. Tenerlo ahí las 24 horas no es algo que le genere, precisamente, buenos sentimientos. Además, algunos comportamientos de ella desde que el trasandino volvió a su hogar lo tienen un tanto preocupado.
Gondenhorn observó conductas que no le gustaron. Y como no cree que todo lo que se dice sea humo, por lo menos está atento y ya dejó en claro que no le gustan algunas cuestiones. Cambios de actitudes repentinas y ciertos aromas que huele en la propiedad, parece, despertaron su inquietud. Al fin y al cabo, Manguera quizás no le caiga mal, pero tampoco es cosa de tirarle flores. Ya veremos cómo sigue esta historia.