El fútbol se erige en una filosofía de vida, en un hecho cultural que arrasa con todo en la existencia de millones de personas en el universo. Lo que sucede dentro del verde césped trasciende el mero hecho de un entretenimiento y se constituye en una arista que modifica el humor, el semblante.
Por eso, en este deporte acontecen situaciones muy singulares, propias de su idiosincrasia, como la convención de permitirse insultar a troche y moche. Los hinchas acuden a los templos y se transforman, porque la pasión los moviliza a comportamientos que en otros ámbitos no suceden.
Experto en la materia como pocos, Oscar Ruggeri dispone de un recorrido maravilloso, que incluyó pasos por gigantes como Real Madrid, River y Boca. Por eso entiende a la perfección lo que brota en un estadio y sobre todo lo que se vincula con los exabruptos.
Divertido, histriónico, el ahora panelista de ESPN compartió una confesión fabulosa, sobre cómo le repercutían los insultos a su persona. Todo arrancó por la experiencia de Sebastián Domínguez: “Me acuerdo que mi viejo siempre que fuimos a la cancha, me prohibió putear a los jugadores”.
Eso activó la sinceridad de Ruggeri, que por su estilo fuerte ha caído en el “odio” de los fanáticos rivales, ya que sostuvo: “Bueno, tu viejo no me habrá puteado, pero los demás me puteaban”. Domínguez reveló en sintonía con esa temática: "A mi viejo lo único que lo escuché decir era ‘¡buuurro!’”.
Llamativamente, ese término que suena naif y hasta tierno se constituye en el más doloroso para Oscar. “¡Eso es lo peor que te pueden decir! Prefiero que me digan… ‘Burro’ te pone mal, es tremendo. Esa palabra te toca el orgullo”, reveló.
