Atolondrado, risueño y muy desprolijo. Gino continúa exhibiendo su personalidad volátil en Bake Off, esa que se caracteriza por la liviandad, por la intencionalidad de bromear todo el tiempo y que le suele generar problemas para sus preparaciones.
El cordobés volvió a mostrarse apurado, al filo del tiempo para culminar su torta y en ese sprint final cayó en el error para culminar el desafío del lunes, que se vinculó con diferentes capas de colores, que debían estar caladas y en consonancia con un diseño.
El participante navegó por una gala repleta de problemas, nunca le encontró la vuelta a la tintura, ni a los bizcochos y sobre todo a la decoración. Al punto que los jurados se le acercaron en reiteradas ocasiones a la isla para aconsejarlo y remarcarle que se apresurara.
Con su parsimonia habitual, Gino no pudo con la consigna y terminó entregando una torta que lucía como realizada por un niño de jardín de infantes. Claro que estaba consciente de su desempeño, pero también se manifestó contento de aunque sea “culminar” y poder llevar a los expertos una pieza.
Apenas apoyó su producción los rostros de Damián Betular, Dolli Irigoyen y Paula Villar se desfiguraron y no pudieron evitar transmitir con el lenguaje corporal su preocupación y desagrado por lo que tenía delante de sus ojos. Era obvio que el veredicto no sería favorable, pero nadie imaginaba el tenor de las críticas.
Dolli se corrió de su aspecto ceremonial y le gritó a los cuatro vientos: “Esto es un verdadero desastre, te vi correr como un loco y acá está el resultado”. Por su parte, Villa acudió a un discurso más suave: “Está todo pesado, es un bodoque, la porción es pesada. No está bien”.
Y para rematar la crudeza del jurado para con Gino, Damián le espetó una frase contundente, y bastante hiriente, al exclamar: “No tengo nada para decir, la torta habla por sí sola”. Una noche para el olvido para el cordobés.
