Ximena Sáenz saltó a la visibilidad absoluta por su trabajo en Cocineros argentinos, el mítico programa de la TV Pública. Con su personalidad y su talento consiguió crear un vínculo con los espectadores, que la adoptaron inmediatamente.
Tras ese paso, la reconocida chef también formó parte del jurado de El gran premio de la cocina, el reality que se emite en eltrece y que conduce Carina Zampini. Claro que en el ámbito personal, Ximena vive un presente maravilloso con su pareja Martín Sabater y su pequeña Nerolí.
La pareja se lanzó a la compleja tarea de crear su propio nido, tras varios años de convivencia en un departamento en Núñez. Así, Sáenz y su esposo posaron la mirada en un PH en Villa Urquiza, pero que estaba en unas condiciones cuestionables.
De hecho, Martín relató que los padres de la pareja dudaban de realizar la operación inmobiliaria por el estado adverso de la propiedad. No obstante, Ximena y su marido siguieron adelante y se lanzaron a la empresa de ejecutar una remodelación profunda.
Con el tiempo, mucho amor y trabajo propio la cocinera terminó por crear la casa que planificaron con un sinfín de beldades, de detalles increíbles. Sabater proviene de una familia de arquitectos, por eso se calzó al hombro la labor de diseñar los ambientes.
Así se produjo una obra que llevó a cabo la integración de varios ambientes y sobre todo emplazar la cocina ideal para Ximena. Ese espacio es el corazón de la casa, donde se reciben a los invitados y en el que Sáenz da rienda suelta a su pasión por la alquimia gastronómica.
Una de las claves del hogar se relaciona con un marcado estilo nórdico, tanto en los muebles como en la decoración de los ambientes. Martín explicó el origen de ese sello: “Tengo una suerte de fetiche con lo escandinavo, desde chico. Visité muchas veces Oslo, Estocolmo y Helsinki: de ahí mi interés por ese estilo arquitectónico despejado y sencillo".
Lo cierto es que la obra incluyó una segunda, que constó de la construcción de la planta alta. Esas maniobras demandaron unos meses, pero hoy ya le permiten contar con 160 metros cuadrados cubiertos. Claro que también luce un bello jardín, en el que brilla una enredadera que aseguran posee una vida de 80 años.
Fotos: Daniel Krap - La Nación.