En los últimos meses todo mutó en torno al lazo entre Benjamín Vicuña y la China Suárez, que repentinamente clausuraron su amor y decretaron la separación definitiva de esa pareja tan mediatizada, ese vínculo que se solidificó con el aterrizaje de Magnolia y Amancio.
En el lapso de un periodo corto, el chileno y María Eugenia transitaron por adquirir una propiedad fastuosa para edificar un nido familiar a terminar para siempre. Además, la actriz protagonizó casi inmediatamente el Wandagate, con su romance clandestino con Mauro Icardi.
Además, Benja intentó reconstruirse, se mudó a una mansión en Barrio Parque y hace unas semanas cayó en las miles del enamoramiento con Eli Sulichin, la amiga de Pampita. Un huracán de cambios, de modificaciones notorias y profundas.
En este contexto peculiar, con lo que implica la crianza compartida de los dos niños, la China tomó una decisión peculiar al viajar a España para encontrarse con su nuevo novio, Armando Mena Navareño. Ese traslado a Europa incluyó una tirantez furiosa con Vicuña.
Resulta que María Eugenia desea abrirse un camino en esas tierras, pretende activar una carrera en el país ibérico y ahí se abre un conflicto por la intencionalidad de experimentar todo eso con sus hijos. En ese sentido, Vicuña no está de acuerdo en ceder la mudanza de Magnolia y Amancio.
En un gesto de rebeldía, y de bronca, la China blanqueó la relación con Armando, en lo que todo el entorno grafica como una señal de indignación contra Vicuña y su negativa de entregar a los niños. Como si fuese poco, la blonda bloqueó de todas sus redes sociales al chileno.
En ese campo de batalla, de guerra manifiesta y de posturas encontradas, Vicuña se hartó del accionar unilateral de Suárez y le habría gritado en una fuerte discusión: “Me cansé, hasta acá llegué”. Un frase que infiere a que de acá en más se plantará con firmeza en todo lo relacionado a los pequeños.
Por eso se avizora una confrontación con posteos en las plataformas, como las recientes fotos de Vicuña con sus hijos, en un metamensaje con el que pretende exhibirse como un padre presente, que peleará con uñas y dientes por el bienestar de los gurrumines.
