El rol fundamental que ejecutó en el Wandagate provocó un cambio de paradigma para la China Suárez. Ese romance furtivo, y clandestino, que concretó con Mauro Icardi la sumió en un rol complejo, con el repudio de una enorme porción de la opinión pública.
A partir de su injerencia directa en la infidelidad del delantero a Wanda Nara se especuló con que María Eugenia deseaba correrse de la palestra, construir un terreno alejada de los escándalos. Así se filtró que su anhelo se vincula con mudarse al exterior.
La blonda acaba de aterrizar en suelo argentino tras una travesía extensa, un viaje prolongado que dispuso de varias paradas, con la primera estación en Disney World, para darles a sus hijos unos días de fantasía. Luego, continuó su raid hasta Madrid.
Motorizado en fuentes cercanas al círculo de María Eugenia se transformó en una confirmación el sueño tozudo de emigrar, de abrirse un sendero en la industria en suelo español. Claro que esa chance implicaría una logística muy meticulosa en lo familiar, porque obligaría a un entramado para conseguir los permisos de los padres de sus hijos, Benjamíin Vicuña y Nico Cabré para radicarse con los tres pequeños.
Los dos actores no se expresaron con claridad, y contundencia, respecto a este campo hipotético de una lejanía de miles de kilómetros de Rufina, Magnolia y Amancio. Tanto el chileno, como el ex de Laurita Fernández, procuraron brindar declaraciones políticamente correctas.
Empero, Cabré aportó un indicio poderoso, un especie de mensaje subliminal contra la China, para diferenciarse y dictar una posición en contraposición al deseo de Suárez. En una entrevista con la Revista Gente, Nicolás aseveró: “Si hoy me preguntan si me iría a trabajar afuera…la verdad es que abatata. Pienso ‘pero Rufi tiene cole, ¿cómo hacemos? Y si me preguntas si sueño con ir a Hollywood, la verdad es que no”.
