Si bien hasta hace unas semanas su rostro resultaba ajeno a los medios, lo cierto es que el hijo de Ariel Rodríguez Palacios lleva varios años abocado a la gastronomía y siguiendo los pasos de su padre. Pero fue la gran oportunidad de acompañar al conductor en su nuevo ciclo de Telefe lo que lo llevó inmediatamente a la popularidad.
Fue entonces que, a poco de su debut en el canal de las pelotas junto al reconocido chef, que se supo más acerca de la vida de Felipe Palacios. El joven que integra el staff de Ariel en su salsa tiene 28 años y heredó de su padre el amor por la cocina.
No obstante, antes de desembarcar en las mañanas de Telefe el muchacho se recibió de chef, viajó por el mundo a fin de estudiar, trabajar y perfeccionarse en el rubro, adquiriendo también los conocimientos y la experiencia del hombre que lo trajo al mundo.
Apasionado por el arte culinario, el hijo de Rodríguez Palacios también da clases en la escuela de cocina de su papá al tiempo que lo asiste en la elaboración de los platos que presentan en el programa matutino. Pero fue en una entrevista que brindó recientemente para Pronto donde Felipe reveló cuál fue la reacción de Ariel cuando le comunicó que quería seguir la misma profesión que él.
“Estoy muy contento de poder trabajar nuevamente con mi papá, algo que antes hacíamos en Canal 9 pero acá es mucho más latente y estoy aprendiendo de él cómo quiere que se hagan las cosas y el trabajo en equipo, que es difícil pero gratificante a la vez”, reconoció el muchacho.
"Cuando tenía 13 años mi papá me preguntó que quería ser y le dije cocinero y me respondió: ¿Estás seguro? ¡No sabés en la que te estás metiendo!", contó Felipe.
“Mi papá es muy exigente consigo mismo pero entiende mucho a los otros y cuando hay un error o pasa algo, no se enoja y jamás va a gritar. Sin embargo, quiere que todo salga perfecto y te lo va a explicar del mejor modo para que te salga lo más cercano a la perfección", confesó Felipe.
Finalmente, en cuanto a la elección de la carrera de chef, el joven cocinero contó: “Cuando tenía 13 años mi papá me preguntó qué quería ser de grande y entré en dudas porque en el colegio no me iba tan bien. Me llevaba materias porque no le daba bola y después entendí que para terminarlo rápido, había que estudiar. Entonces, le dije a mi viejo que quería ser cocinero y él me respondió: “¿Estás seguro? No sabés en la que te estás metiendo”.
"El camino del cocinero en el restaurante es duro: trabajás mucho tiempo, a veces de noche y vas en contra del resto. Cuando mis amigos salían a bailar o divertirse, yo estaba trabajando. Lo mismo para los cumpleaños, Navidad, Año Nuevo y fechas especiales. Mi viejo sabía todo eso por haberlo vivido, me la jugué y si bien es duro al principio, después lo empecé a disfrutar", cerró Felipe.