Excentricidades, lujos y todas las beldades de la fastuosidad. En ese marco de grandilocuencia in extremis se casó Martín Redrado con Lulú Sanguinetti, en la tarde del martes de Italia, en un evento esplendoroso al borde del codiciado lago Di Como.
El ex de Luciana Salazar planeó una boda interminable, kilométrica y onerosa de tres días, que comenzó el lunes con la recepción de los invitados en una villa medieval, que se ornamenta en un caso histórico símil a un castillo y que cuesta miles y miles de euros la estadía.
Con una organización pulcra, detallada y obsesiva, el momento cúlmine en el que los novios transitaron al altar se produjo ayer, en un espacio al aire libre, rodeado de rosas, con una disposición maravillosa de cara al espejo de agua natural imponente.
Más allá que el político perjuró que no divulgaría ninguna imágen y que no permitió el acceso de la prensa, se viralizaron fotos y postales de todo lo que aconteció. Incluso se pudo percibir, a través de las redes sociales el ingreso extravagante de los tortolitos, quienes arribaron al altar a bordo de una lancha.
Las instantáneas se filtraron por diversos ángulos y permitieron dilucidar toda la decoración grandilocuente, como la disposición de esa mesa inacabable en el jardín de reyes, que se configuró con detalles desbordantes como arañas de oro que colgaron para iluminar la fiesta.
No abundaron los registros de los tortolitos, pero se logró percibir que Martín optó por un traje de corte europeo en tonalidad azul, mientras que Lulú lució un vestido impecable de alto diseño blanco, lleno de calidad para celebrar la unión de esa pareja.