Shakira y Gerard Piqué protagonizaron la ruptura más rimbombante de los últimos años, con el cierre de una relación amorosa de enorme visibilidad que se culminó por las infidelidades del ex defensor y que luego abrió las puertas a una gama enorme de negociaciones.
Esa capacidad de la colombiana de sospechar de un comportamiento espurio y contratar a un investigador privado terminó en la confirmación de movimientos erráticos del ex Barcelona por las noches de esa ciudad española, así se aceleró la separación de esa pareja.
Desde ese punto, el foco se derivó a la manera en que resolverían los famosos la división de bienes, un punto neurálgico y sobre todo la tenencia de los dos hijos. Esa batalla legal ya se produjo y resultó victoriosa la artista, quien ganó el derecho a mudarse a Miami con sus niños.
Ese traslado también activó la necesidad imperiosa de desprenderse de la mansión en la que convivieron durante diez años, por eso colgaron el cartel de venta a la propiedad ubicada en uno de los barrios más codiciados de ese urbe catalana, Esplugues de Llobregat.
A partir de las averiguaciones de los medios españoles, se llegó a la conclusión que Shakira y el ex defensor solicitan una suma impresionante de diez millones de euros para entregar las llaves de lo que supo ser su hogar familiar a lo largo de una década.
Este inmueble se caracteriza por un tamaño sideral de casi cuatro mil metros cuadrados y una serie de comodidades y lujos que incluyen hasta un estudio de grabación profesional, así como una piscina e incluso una cancha de tenis.
