No todo son hoteles seis estrellas, restaurantes siete tenedores y aviones privados de 8 motores en la vida de Lionel Messi: el mejor jugador del mundo (¿Y de todos los tiempos, o ahí emparda con el inolvidable Diego Armando Maradona?) goza de todos esos privilegios pero también disfruta de "la actividad común y silvestre" que puede pasar cuando viene a Rosario, su ciudad natal. Allí, como un vecino más, está ahora, después de completar los seis meses que siguieron a la obtención del único logro que le faltaba a su gloriosa carrera, la copa del Mundo.
Messi participó de la mitad de la gira asiática del seleccionado nacional de fútbol. En China, donde es más ídolo que los deportistas nacidos en ese país, lideró a la Scaloneta a un cómodo y justo 2-0 frente a Australia, y desde allí emprendió el vuelo que lo trajo a la Argentina mientras sus compañeros encararon para Indonesia, donde el lunes por la mañana despacharon al seleccionado local con el mismo e inapelable marcador. De esa forma, el combinado que dirige Lionel Scaloni sigue sumando éxitos y alcanzó un impresionante registro de 1 sola derrota (contra Arabia en el debut mundialista) en sus últimas 47 presentaciones, lapso en el que ganó la Copa América la Finalissíma Europea-Sudamericana y la Copa del Mundo que se jugó en Qatar.
Messi está junto a su mujer Antonella Roccuzzo y a sus tres pequeños hijos Thiago, Mateo y Ciro en una vivienda de su propiedad ubicada en un lujoso barrio privado de Funes, una localidad ubicada en las afueras de Rosario que vendría a ser "el nordelta" del litoral. Allí han proliferado los countries, los clubes de campo y las "megamansiones" donde viven las familias más acaudaladas de la ciudad de la bandera. Es, además, un lugar donde los rosarinos ricos se sienten más seguros ante la creciente ola de violencia que afecta últimamente tanto al centro como a los barrios perífericos.
En ese lugar, "La Pulga" es uno más. Por supuesto que cuando la gente detecta su presencia se arman arremolinamientos y se congregan decenas de personas ávidas por sacarse una foto con él, pero su vida encuentra otro ritmo y otras actividades. Ya no está pensando todo el tiempo en el fútbol ni en los contratos multimillonarios que le ofrecen todo el tiempo, sino que puede entregarse a una vida más gasolera, menos ostentosa y, si se quiere, más cercana en cuerpo, alma y espíritu a lo que es él, un muchacho que sigue conservando rasgos de "pibe de pueblo" aún cuando podría tener una vida de jeque árabe.
ASI SON LAS VACACIONES GASOLERAS DE LIONEL MESSI EN ROSARIO
Si hay algo que vuelve loco a Messi son las milanesas de su mamá, Celia, quien se las preparada "con ese toque de sabor" que sólo las madres le pueden dar a una preparación. "¿El secreto? Hacerlas con amor", dijo ella alguna vez guardando bajo siete llaves la fórmula perfecta para combinar carne, huevo, ajo, perejil, sal y pan rallado. Una de las primeras cosas acá fue, claro, saborearlas de nuevo. Que no se chive Antonella, pero para un hijo, y más para un canceriano (el 24, en 3 días, Lio cumplirá 36 años) no hay nada como la mano de la mami.
En los parques amplísimos y verdes hasta el límite del barrio privado, Messi, su esposa y los chicos fueron filmados dando un paseo en bicicleta. Todos bien abrigados porque las temperaturas bajas empezaron a pegar y no es cosa de andar pescándose una gripe o un resfrío. El video se viralizó en cuestión de minutos. Para combatir "el tornillo", además, hay rondas interminables de mate con la familia, facturas y sanguhitos. Todo en la justa medida, porque tampoco da para sumar kilos a lo loco. Messi juega mucho con los chicos, que en el día del padre "lo volvieron loco". En un tiempo Lio desembarcará en Miami para ser parte del Inter de esa ciudad, y antes participará en las despedidas de Maxi Rodríguez y de Juan Román Riquelme.