La vida viró radicalmente para Wanda Nara, dado que se alejó del glamour de Europa, de esa cotidianidad de lujos y se mudó a Argentina, hace varios meses, para articular un entramado singular en lo referido a lo familiar, con la lejanía de sus dos hijas más pequeñas, que residen en Turquía con Mauro Icardi, desde donde no deja de tirarse dardos con L-Gante.
En todo ese proceso, esa apuesta por la conducción, que la tiene adelante de MasterChef con un rendimiento irregular, la mediática maximiza todos los esfuerzos para no continuar con la crianza de todos sus pequeños, con todo lo que conlleva.
En una reciente entrevista con Revista Gente, Wanda abrió su corazón y se lanzó a brindar un testimonio profundo e íntimo de las características de las personalidades de los cinco: Valentino, Constantino, Benedicto, Francesca e Isabella. Así exteriorizó datos desconocidos.
Respecto al mayor, que se instaló en la pensión de River Plate para el desarrollo de su formación futbolística, Nara exteriorizó: “Es súper autoexigente y comprometido pero, a la vez, sensible y tierno”. Esa concepción la estimuló a ponderar un factor en común de todos: “En realidad es muy curioso: mis hijos son muy unidos y compinches entre ellos pero súper distintos entre sí”.
De ese modo, la blonda abordó las cualidades de las niñas, esas que nacieron del amor con Icardi, y contó: “Francesca ama la naturaleza y el arte (¡no sabés lo bien que dibuja!), Isabella es fan de la moda y el make up (tiene un portacosméticos más completo que el mío, te aclaro)”.
Mientras que a la hora de referirse a Benedicto, Wanda sorprendió al compararlo con su propia personalidad y sostuvo: “Y todos dicen que Benedicto es el más parecido a mí: es el diferente de la familia, el “contra” de la casa (se ríe). Todos somos de River y él es de Boca. Yo era exactamente así cuando era chiquita".
Con el orgullo maternal a flor de piel, la ex de Maxi López se vanaglorió de unas aptitudes muy singulares de Constantino al narrar: “Es un ser especial: el hippie de la familia (suelta una carcajada). ¡El primero en adaptarse a todo! Nos mudamos a la Argentina y él ya está súper integrado: los cambios no lo estresan y todo le parece un planazo. Siempre digo que es el más simple de mis hijos y, a la vez, eso me complica la vida: es imposible ponerle un límite porque nada lo afecta. Le digo: ‘Te voy a sacar el celular, si no hacés tal cosa’ y él se ríe y jamás se amarga”.