La moneda está en el aire. Gira haciendo un sonido fugaz pero que se hace notar como la luz o el sonido de una cañita voladora. Una, otra y otra vez da vueltas mientras serpentea el aire frío de Roma. Es otoño allá. Se avecina el crudo invierno europeo y bien entrada la noche, a eso de las 10, 10 y pico, la temperatura ya ha bajado en todos lados menos en el cuerpo de Oriana Sabatini, a quien la separan milésimas de segundo entre la caída de las "50 guitas" a las aguas de la Fontana Di Trevi y una de las sorpresas más grandes de su vida. Paulo Dybala se arrodilla y le propone casamiento, poniendo broche de oro a un recorrido afectivo lleno de luces y de sombras. Todos los caminos conducen al amor. En el ambiente hay 7, 8, quizás 9 grados. La sangre y el corazón de Ori hierven.
Otro día que tuvo la sensación del fuego quemándole las entrañas, pero aquella vez de bronca, fue cuando su mamá, la siempre simpática, sonriente y estómago resfriado Catherine Fulop contó todo lo que había sufrido ella al descubrir cada una de las infidelidades de Julián Serrano, el muchachito que le rompió el corazón, la fe en los hombres y las ilusiones de pasar por el altar: si en ese momento, mientras lloraba en una cama de su departamento de Belgrano, le decían "tranquila, Oriana, que una noche dentro de unos años vas a estar en la Fontana Di Trevi con tu príncipe azul proponiéndote casorio" hubiera largado todavía más llanto.
Por un momento, Oriana odió a su madre casi tanto como a quien era su pareja. Bueno, un poco menos. Imposible que sintiera la perversidad y los comentarios sangrientos que le provocaba ese chico nacido en Paraná que la había conquistado siendo un youtuber cuando ser youtuber era cosa de pioneros y no de vivillos que solo quieren ganar dinero sin transpirar demasiado la camiseta. La había enamorado de tal manera que no imaginaba la vida sin él. Hasta que le tocó enfrentar esa situación y contra viento y marea y ayuda de muchos -incluso su mamá buchona- comprobó que sí, que se podía.
Hoy, la vida de los dos es muy distinta. Mientras Oriana se prepara para ser "la esposa de Paulo Dybala", la joya del fútbol argentino, la estrella de la Roma y uno de los 26 jugadores que ganaron el mundial de Qatar y "saben lo que pesa" la copa más preciada del planeta fútbol, y como buen cordobés gustoso del cuarteto, el fernet y según cuentan en Alta Córdoba, donde apareció un día jugando en la primera de Instituto, también fanático del baile y las mujeres muy bonitas (¡Guarda, Oriana!), mientras ella se prepara para dar el sí, mientras ella tacha los días en el almanaque para llegar al altar con ese hombre, Julián defiende las ideas de Javier Milei cruzando insultos en las redes sociales. ¿Quién salió ganando, no?
EL ARBOL GENEALOGICO DE RELACIONES DE ORIANA SABATINI
Hay otro nombre que tampoco se puede obviar en la vida de Oriana. Que no se puede dejar de mencionar aunque esté escondido, olvidado o barrido debajo de la alfombra de la hermana de Tiziana Sabatini. Nicolás Francella, nada más y nada menos que el hijo de Guillermo, también le supo ronronear al oído a la muchacha que la rompió cantando, actuando, que blanqueó sus problemas alimentarios y que sorprende muy a menudo con cambios de imagen muy rotundos y muy arriesgados. ¿Se imaginan lo que hubieran sido los almuerzos familiares con Francella, Fulop, el Ova, la Yoyi? Mamita. No pudo ser, pero en su momento estuvieron cerca.
Pero por supuesto que ninguno de los dos tres se quedó quietito mientras no estuvo con ella. ¡Qué va! Si hasta hubo una novia italiana de Dybala, previa a Oriana, por supuesto, que le aconsejó a la futura esposa que "tuviera cuidado" porque el muchacho era "impiadoso, imparable e incorregible" si lo dejaban solo por las noches de la ciudad. Todos tuvieron lo suyo, más vale, y fueron desparramando esa semillita del amor por los infatigables campos de la farándula, el deporte, la música, el arte y un sinfín de ámbitos más donde echaron raíces y florecieron desde amores apasionados a encuentros furtivos. La moneda (NO) cayó para el lado de la soledad.