No son mejores ni peores, pero las realidades paralelas existen. Son tangibles, palpables, pues contextualizan la vida de un puñado de mortales que han tenido la fortuna de llegar lejos en poco tiempo, muchas veces con grandes méritos personales, con la bandera del sacrificio y la angustia del desarraigo. Basta caminar la calle para darse cuenta de que ejemplos como el de Paulo Dybala (25) y Oriana Sabatini (23) prácticamente no hay en nuestra juventud, que en una gran porción sufre la falta de oportunidades o por propia impericia deja pasar el tren, tirando la toalla y optando por dejar su futuro librado al azar.
Nada que ver con el presente que transitan la cantante y el delantero de la Juventus, que siendo todavía muy jóvenes ya saben que de no mediar inconvenientes el pan probablemente ya nunca falte arriba de su mesa. Los dos se mueven entre los lujos más exponenciales y disfrutan del amor con yates de fondo y lugares paradisíacos, de exclusividad súper top. Si bien viene figurando en las últimas convocatorias a la Selección nacional, el cordobés no ha logrado afianzarse todavía con la camiseta celeste y blanca, tampoco en la recientemente disputada Copa América.
Ha jugado poco en el último certamen y parte de la opinión especializada sostiene que el mote de “joya” que le han puesto terminó siendo algo apresurado. El atacante está en deuda. Lo sabe, pero no es el momento de andar replanteándose nada del ámbito laboral.
Su propósito en los últimos días, una vez concluido el torneo desarrollado en Brasil, fue entregarse plenamente a los brazos de su novia. La hija de Catherine Fulop hace ya un tiempo es la dueña de su corazón y juntos se propusieron desatender por unos días todo lo relacionado con el trabajo y relajarse, en compañía de amigos, con un viaje a Turquía, para descansar y dejarse hipnotizar por la belleza de sus playas.
Las postales fueron las típicas de las vacaciones de los famosos de elite: barcos amarrados a costas de aguas cristalinas, tragos especialmente preparados por expertos y escenas de mimos y arrumacos. Sin dudas, imágenes que no hacen más que confirmar el gran momento que están atravesando Paulo y Oriana, la vía más efectiva para espantar definitivamente cualquier fantasma de separación.
Hasta hace un par de semanas se rumoreó con insistencia que la pareja se encontraba tratando de superar un momento de crisis, provocado por la distancia y por los compromisos continuos de uno y otro, los cuales les impedían verse más seguido y charlar de lo concerniente a la relación. El presente es distinto. Como una realidad paralela, pero de ensueño.
