Mau y Ricky son uno de los dúos más importantes del momento en la música urbana de habla hispana. Sin embargo, existió un instante de sus vidas que se sintieron superados por Camilo, su cuñado, a quien llegaron a tenerle mucha envidia y tratarlo de desagradecido.
"Es liberador y aparte te hace sentir de puta madre. Cuando yo tenía esa envidia, me hacía mierda y me afectaba no solo esa área de mi vida, empezó a envenenar todo. No duermes bien, te afecta todo. Empezaba yo a inventar vainas, más que inventar, a asumir cosas...", comenzó Mau.
Y Ricky añadió: "Es muy fuerte, te envenena la vaina. Y además uno no sabe lo que está pasando y la otra persona tampoco. Uno decía: 'Cuando nosotros nos pegamos te abrimos todas las puertas, te ofrecíamos todo. Cuando te pegaste tú no… Cabrón, yo también quiero cantar con Shakira'. Y él estaba viviendo un proceso donde decía 'necesito vivir esta vaina por mí, necesito vivir esto yo'".
"Yo soy una ladilla, yo tenía más tiempo que los demás colocando canciones con otros artistas y de alguna manera era la autoridad sin hablar del grupo, y yo entiendo que eso sería una mierda. Si yo, siendo como soy o con los sueños que tengo, si tengo a una persona que está guiando la vaina, también diría 'papi déjame en paz, quiero cagarla yo'", sumó.
LA CHARLA QUE TUVIERON MAU Y RICKY CON CAMILO POR TENERLE ENVIDIA
"Si hay alguien que creía en él desde antes, éramos nosotros. Pero la mente es muy arrecha, un pensamiento se convierte en algo más infernal. El cuento fue que él se estaba quedando en mi casa en febrero… Llevábamos varios meses donde él se había ido de gira y nosotros también. Yo le decía a Ricky: 'Tengo que hablar con él, pero no quiero hacerlo por FaceTime'. No habíamos tenido la oportunidad y yo no tenía la madurez suficiente como para poder hablarlo, y darme cuenta de que era envidia lo que yo estaba sintiendo y no que él no era un malagradecido", sostuvo Mau.
"Estábamos hablando de cualquier cosa vulnerable que él me estaba contando y le dije: 'Yo tengo que hablar contigo…' Y le cuento todo. Nos volvimos como por 6 u 8 horas adictos a confesarnos cosas que sentíamos y nunca nos dijimos, de la liberación que se sentía quitarse esos kilos de encima. Esa conversación cambió mi vida, porque empecé a darme cuenta de la comunicación… Desde ese momento, es como si me hubiese cambiado un suiche y todo lo que le pasaba a él, era como si me estuviese pasando a mí, como pasaba antes", cerró.