Todo gira en torno a su figura. Los focos la iluminan con un brillo especial para distinguirla de su hábitat. El entramado singular de Gran Hermano, con esa convivencia forzosa y esa especie de experimento social, navega al ritmo de Furia, quien recrudeció toda su gravitación.
La doble de riesgo atraviesa sus días más convulsionados, a pesar que ya supo elucubrar una montaña de escándalos y de peleas a los gritos, dado que confrontó a Mauro D’Alessio con un nivel de agresión impensado hasta para su propios rasgos de personalidad.
La producción no pudo esquivar el bulto, ni hacer oídos sordos como de costumbre, y tuvo que sancionarla con esa medida de caer en la placa de nominación de acá hasta el final de su estadía en la casa. Aunque la mayoría de los fanáticos del reality claman por una expulsión.
En todo ese contexto se activó el operativo de lavado de imagen, y dentro de esa búsqueda de limpiar su marketing, Juliana Scaglione se acercó a Arturo, ese hermoso perro que corre por las entrañas de la casa, aunque supo gritarle y ahuyentarlo en una infinidad de ocasiones.
ARTURO MORDIÓ A FURIA
Tumbada en el sillón del jardín, con las bajas temperaturas del jueves, la doble de riesgo jugueteaba con el galgo precioso. Ahí se suscitó un movimiento instintivo del peludo y le mordió sin ninguna mala intención una de las lolas. Furia reaccionó enseguida y exteriorizó: “Ay, me mordió una teta, bueno... lo necesitaba sabés”.
Acomodado a pocos centímetros, Ema Vich, su único aliado en el juego, le manifestó sobre Arturo: “Todo el tiempo quiere morder algo”. De esa manera, la participante se incorporó rápidamente y quiso entretener al perro: “Quiere jugar, vamos a jugar al pasto, allá está el trapo, ahí está, agarralo, muy bien. Él quiere que lo corra pero esto está lleno de posos por su culpa”.
