Patricio Toranzo nació en marzo de 1982, cuando el Mundial de España estaba muy cerca. Allí, Diego Maradona tendría sus peores días en la Selección Argentina, cosa que más tarde se redimiría. “Fue una de las cosas más lindas que me tocó en el fútbol, conocerlo”, dice el Pato, en su casona en un country, en la charla para Paparazzi.
Esta vez, Diego Díaz, en su sección #Devisitante, se dio el gusto de charlar con el volante que debutó en River en 2003, en Primera División, pero todos recuerdan verlo vestido con la blanca y roja de Huracán. “Ese equipo de Cappa era el del pueblo. Todos querían que gane”, dice sobre el torneo del 2009, en el que el Globo fue despojado a manos de Vélez en la última fecha.
Mientras se escucha a Franco y Giuliana, sus hijos, Patricio saluda a su esposa, la ex vedette brasilera Tamara Alves, con quien se casó en 2013. “Es lo más esta mujer. Siempre ayudando, en todos los momentos de mi vida”, afirma.
“Tengo 42 años, sí. Estoy en forma, pero sabemos que mi vida futbolística ha terminado. Cumplí un ciclo que lo mejor es dar vuelta la página. Lo nuestro es corto. La vida pasa por otro lado. Dios me dio un talento diferente y lo aproveché. Fueron 22 años de carrera profesional y no tuve nunca un parate. Es verdad que a veces me agarran ganas de jugar, pero hace un año y medio que yo dejé el fútbol y me costó tocar una pelota los primeros meses”, empieza con Díaz en su mano a mano.
-¿Por qué? ¿Te costó el día después? Encontrarte con…
-Lo hablé con muchos futbolistas que dejaron y es así. En mi caso yo tenía diagramado mi despedida del fútbol y yo quería terminar mi carrera en Huracán como yo creo que me merecía. Pero se dio caso muy particular porque habíamos clasificado a una copa internacional, pero uno no decide como terminar. Así es el fútbol. Pero me quedó esa cosa amarga…
-¿El problema fue con la dirigencia actual de Huracán?
-Sí, no sé si me defraudaron o decepcionaron, pero como dirigentes se portaron raro. Si sos el ídolo del club, que nunca se fue de la línea, creo que merecía otra cosa. Los futbolistas vivimos una irrealidad a todos los demás: exposición, dinero, intereses… Creo que no se han portado humanamente. Podemos tener diferencias, pero me dolió lo humano.
-¿Hoy qué querés hacer de tu vida?
-Cuando se interrumpió ese contrato me encontré mirando la televisión todas las mañanas. Yo venía con una rutina durante 22 años y me encontré tomando mates, sin poder ir a entrenar. Se terminó esa dinámica, ese concepto de vida, de comer bien, de cuidarse… Fue un golpe duro, no me pegó muy mal. Pero como queremos que dure toda la vida me pegó…
-¿En quién te apoyaste?
-En la familia siempre. Es el ABC de que me han empujado. ¿Amigos? Es muy grande la palabra amigos en un rubro en el que hay muchas intereses. Podes tomar mates y comer un asado, pero no más que eso. Hay que atravesar un vestuario donde somos 40 tipos con intereses diferentes. Es difícil ponerse todos en el mismo lugar.
-¿Querés seguir ligado a Huracán?
-Se que me queda una historia más en Huracán. Lo siento. No sé si hoy, en junio, pero algo vendrá… La única forma es que la oposición se enfrente y gane la elección. Yo quisiera ir por la parte deportiva. Hace 12 años soy técnico. Hay que manejar a los chicos jóvenes, y yo estoy en eso. Me gusta estar cerca del campo. Elegir los jugadores, poder programar y que al equipo le vaya bien. Yo sé que no terminó mi vida con Huracán.
-¿Por dónde? Técnico, manager, representante… Aunque eso ya lo tenés en casa.
-La parte representación a mí no me gusta. Hace 7 años que ella está en este rubro nuevo. Tamara tuvo que atravesar un montón de puertas porque el fútbol es muy machista y ella es mujer. ¿Cómo se le ocurrió? Estando en la TV sabía que tenía un final su carrera y charlando con gente en común que tenemos le dijeron y se copó. Ella sabe mucho de fútbol y le fue muy bien. Hoy la verdad es que me saco el sombrero por ella porque le va muy bien y yo como pareja la acompaño.
-Hasta dónde vos quieras. ¿Cómo quedó en tu cabeza el accidente de Venezuela?
-Es un libro abierto, del que no me molesta hablarlo. Hay cosas que me guardé para mí por respeto a mi familia, sé que en algún momento las tengo que sacar con el psicólogo. Pero es un tema que no puedo obviar nunca. Fue una situación complicada de la que me tuve que reinventar. ¿Cómo? No sé cómo hice. Hoy me mira un médico y me dijo que no sabe cómo volví a jugar. La recuperación era para 18 meses, y yo la hice en 3 meses. Yo tenía 33 años. Tengo todas las imágenes guardadas en mi cabeza.
-¿Cómo?
-Se todo. Íbamos a 160 kilómetros por hora en una bajada y lo único que había era chocar. Por suerte no matamos a nadie de los que había en la calle. Yo me acuerdo de gritos y lo único que pedía era no dejar solos a mis hijos en esta vida. Yo no sabía que iba a pasar porque estaba para cortarme la pierna directamente. Dios no quiso, mantuve mucho la fe. Pelee contra todos los médicos. Fue muy duro, porque cuando llegamos a Buenos Aires también. En Venezuela me operaron una vez y acá me operaron dos veces. Si me entraba un virus hospitalario y había una infección me tenían que cortar el pie, pero Dios no quiso.
-Además te permitió volver a jugar…
-Era lo mismo que le corten la mano a un pianista. No podía trabajar más. Hoy hace 8 años que realmente nadie puso el pecho por mí. Pero bueno… entiendo las situaciones, eh. ¿Pero quién me entiende a mí? Nadie. Total Toranzo volvió a jugar, pero yo no soy el mismo que antes. Yo me miro al espejo y no tengo los dedos. Mi papá falleció el 13 de diciembre del año pasado. Tuvo un ACV y hasta el día de hoy se fue sin saber que va a pasar conmigo. El siempre se angustio. Me decía: “Yo te hice con 20 dedos”. Yo le prometí que iba a brillar en Huracán.
-¿La bronca o el dolor es para con quién?
-Hay muchas irresponsabilidades. Todos saben cómo se maneja el deporte. Hay cosas que no se pueden hablar porque lo maneja un abogado. Pero Huracán sabe cómo se arregla. Yo hace 8 años que no hablo, hay cosas que no puedo decir porque salgo del sistema. Tuve ataques de pánico. Sufrimiento. Yo cuando vuelvo a jugar el pie estaba ensangrentado. Me empujaron a volver a jugar porque me veían bien. Y yo no estaba bien ni físicamente ni con el dolor. Hasta el día de hoy tengo dolores óseos las 24 horas. Pero yo no quiero dar lástima.
-Te quiero llevar al partido que Huracán le ganó 1-0 a San Lorenzo con tu gol. Aunque me duela…
Es fútbol, es algo tan lindo. Ganar el clásico es diferente. Ese gol tiene una historia muy grande en lo personal, que se dio un fin de semana antes. Domínguez era el DT, y me llama y me pidió que lo apoye. Y me sacó del equipo. No habla nada conmigo y yo quería romper todo en mi casa. Me llamó por teléfono y le corté. Éramos como dos nenes. Y toda esa semana le decía a mi mujer que iba a hacer ese gol. Al primero que fui a saludar es a Eduardo, que hoy sigue siendo mi amigo.
-Contame algo de Maradona.
-Yo estaba en Huracán todavía y no lo había visto en mi vida. El primer día fue en Ezeiza. Estábamos por comer y él aparece con su pierna zurda y me olvidé de comer, es como si te quedas muerto. Tenía un aura diferente a los demás. Me citó dos partidos. En uno me llama aparte, me pone las manos en el hombro y se me caían las medias. Ahí dentro no te das cuenta de nada.