En los últimos meses, cada vez que le hablan del trabajo, admite estar en plenitud y agradecido por su presente. Mariano Iúdica (49), a través de su cintura para conducir, se permite, a través de la pantalla de América, llevar adelante dos programas totalmente distintos. Por un lado, a la mañana, desnuda la realidad del país y todo lo que tiene que ver con la farándula y los acontecimientos sociales en Involucrados.
En cambio, por las noches, en Polémica en el bar, se permite jugar con el humor y tocar los temas del día desde otra perspectiva. “Muchas veces te explota la cabeza con los temas que tocamos y de la manera como lo hacemos. Son temas duros, la realidad social golpea, y fuerte. Yo me levanto a las 6 de la mañana para informarme y empaparme de los temas. Yo sé que muchas veces, por todo lo que le doy al trabajo, la familia lo padece, pero siempre están ahí bancando y esperándome. Si no tenés una familia sólida se te puede volar la cabeza”, le contó a Popular.
En la misma sintonía, contó cómo vive las distintas maneras de hablar de la actualidad en sus diferentes programas. “En el magazine de la mañana tocamos temas fuertes, y uno no puede abstraerse de esa realidad, que es muy dura. Si bien al aire la piloteás, la angustia que te comés es tremenda. En Polémica tratamos las cosas desde el lado del humor, mucho más relajados, y de alguna manera lo vivís de otra manera. Se tira el tema y se analiza… a la mañana no, tenemos móviles cubriendo la realidad, con entrevistas que muchas veces son dolorosas. Hacer estos programas me ayudó a crecer en todos los aspectos. Pasan cosas en la familia y uno está más templado, sabiendo en qué hay que poner el foco”.
A todo esto, de sentirse afectado por la realidad del país, la sensibilidad de Mariano está a flor de piel por cuestiones familiares. Justamente, su núcleo, la gente que lo rodea, es clave en su vida, y cuando esto se ve afectado lo siente de una manera especial. Sus hijas Valentina y Bernarda se fueron a vivir a Europa, en busca de una mejor calidad de vida, y si bien festeja por la decisión que tomaron, como padre no deja de extrañarlas. Por ahora, espera que los varones, Osvaldo, su hijo del corazón, y Salvador, mucho más chiquito, sigan a su lado, para seguir disfrutándolos.
Lagrimeen...
A principios de enero, fue Valen la que armó las valijas y se fue a España, y meses más tarde, en abril, fue la otra, Bernarda, para afrontar el mismo desafío. Bernarda se dedica al rubro gastronómico y no lo pensó dos veces cuando la convocaron para ir a cocinar a un restaurante de Valencia. En su momento, Iúdica lo contó en su programa, y en medio de la tristeza y la angustia manifestó que estaba muerto por alejarse de las dos, más allá de entenderlas.
A esta altura, mucho más relajado, lo vive de una manera diferente. Si bien las extraña y ese sentimiento no va a ser fácil de reprimir, le queda el sabor de verlas bien y contentas con sus nuevas vidas. A principios de agosto, el conductor, acompañado por su mujer, Romina Propato, viajó al Viejo Continente para visitar a sus hijas. Más allá de las charlas diarias, de utilizar la tecnología como método de acercamiento, a través de, por ejemplo, las videollamadas, necesitaba verlas en vivo y en directo, estar con ellas.
“Volví tranquilo del viaje porque las vi bien. Las vi plantadas y seguras de la decisión que tomaron, nos las vi arrepentidas. Paseamos por los barrios que suelen frecuentar, conocí a sus amigos y me llevé una buena impresión del círculo que están armando. Bernarda ya se puso de novia, con un chico que es de Islas Canarias, así que muy contento también por eso”. Feliz y contento, confesó que de acá en más no va a hablar más de ellas en cámara porque es de lágrima fácil y sus hijas le pidieron que no llorara más al aire.
