Transcurría el año 2011 y las ficciones de producción nacional transitaban su mejor momento. Cuantitativamente constituían un boom, pues había para elegir, dado el apoyo oficial a las producciones nacionales a través del ámbito de la cultura y el crecimiento constante de la oferta. Y cualitativamente también estaban en alza, ya que el simple hecho de existir tanta competencia interna nivelaba hacia arriba y obligaba a poner en pantalla un producto que estuviera a la altura de las exigencias.
Así, con el rating como objetivo primordial y con la vara alta, los canales líderes se disputaban la audiencia, buscando incorporar a sus grillas historias frescas que concentraran la atención del público en su conjunto. Es decir que permitieran abarcar los distintos segmentos, y de esa manera posibilitaran construir niveles de audiencia que los invitaran a sentirse ganadores antes de salir a jugar. Con tantas novelas, cobraron protagonismo las nuevas generaciones de galanes, entre los cuales empezaban a destacarse Gonzalo Heredia, Mariano Martínez, Luciano Castro y Nicolás Cabré (39).
Este último, de baja estatura pero talentoso y dueño de un alto poder de seducción, había adquirido fama de donjuán gracias a sus antecedentes laborales. No a los que estuvieran relacionados con lo estrictamente actoral. Más bien se decía eso por la cantidad de amores fugaces que había tenido dentro de los estudios de grabación. Al parecer, a Nicolás le gustaba mucho trasladar la ficción a la realidad, y por eso solía terminar noviando a escondidas con alguna compañera de trabajo. Fue un comportamiento repetitivo, pero con la única que se mostró formalmente ante la prensa y hasta llegó a casarse fue con Eugenia Tobal (43).
Empezar de nuevo
Precisamente, a la actriz la conoció en Los únicos, que salió al aire por El Trece, en el prime time, con un elenco que prometía quedarse con todo. Sin embargo, las noticias más resonantes no pasaron por lo artístico sino por el romance que iniciaron Nicolás y Eugenia, yéndose juntos de las grabaciones con destinos inciertos, o dándole una utilidad íntima a los breaks asignados, en principio, para almorzar. Estaban flechados. O, como se dice en el barrio, “recontra metejoneados”. Se pusieron las alianzas, juraron quererse para toda la vida y prometieron amarse en la salud y en la enfermedad, pero él no cumplió.
La engañó, dicen, con la China Suárez, y chau: se separaron a los seis meses. Golpeada y desilusionada por la ruptura temprana, Eugenia bajó su exposición mediática (se fue a trabajar al cable) y se recluyó en su hogar, apuntalada por su madre, Ofelia. Le llevó un largo tiempo despojarse de la angustia y, fundamentalmente, volver a creer en un hombre.
Hasta que conoció a Francisco García Ibar (36), quien actualmente es su pareja y futuro padre de su hija, a la que llamarán Ema. Se advierte un amor sensato, sin grises. La actriz asumirá el desafío de la maternidad a los 43 años, y eso lo dice todo. Acá es todo real. "A mi vida no le puedo pedir nada más", dice. De ficción no hay absolutamente nada. Está feliz con su presente y muy ilusionada con su futuro, ese tiempo en el que serán tres para quererse, compartirse, disfrutarse y acompañarse. La vida siempre da nuevas oportunidades. Y esta vez podrán transitarla en manada, como le gusta andar a él y llamarlo a ella.