Todo cambió, con un giro radical en su cotidianidad. Valentina Cervantes experimenta una coyuntura disímil a la que transitó durante los últimos seis años, a partir de la decisión de Enzo Fernández de escribir el punto final de su historia de amor y pareja.
Desde que el futbolista de la Selección Argentina le planteó su postura, sus sentimientos, la madre de los dos hijos del crack tomó la circunstancia con mucha altura y templanza, por lo cual armó las valijas y se mudó desde Inglaterra a la Argentina para reconstruir su camino.
A partir de esta escisión, Valentina emergió en la opinión pública y se encargó de edificar su nombre con diferentes situaciones novedosas que se aparecieron en su horizonte, como estampar la firma para un acuerdo con una agencia de modelos, con la que activó su aspecto profesional.
Por eso, Cervantes ya se posicionó en el foco para un enorme número de personas, que ahora la descubren con su individualidad, su discurso y su pensamiento. Claro que los beneficios o las oportunidades que se le abren también arrojan un efecto colateral: las críticas.
VALENTINA CERVANTES SE CANSÓ DE LAS CRÍTICAS
Justamente en el universo de las redes sociales se ensañaron, injustamente, con su vida privada. En esa pulsión, maldita, de los usuarios de opinar de todo sin que nadie les solicite su consideración, se la agarraron con sus hijos porque publicaron: “Alguien dijo que Oli tiene los colmillos que tenía Enzo y es totalmente cierto”.
A esa apreciación se le sumó otra persona, que sin argumento, se le ocurrió comentar: "Esa nena está por empezar primaria y tiene los dientes chuecos porque la rancia de la madre todavía no se anima a sacarle el chupete". Atenta a semejante sandez, Valentina se cansó y la cruzó: "Quedate tranquila que de mis hijos me ocupo yo”.