La mesa de Moria Casán, donde las vayainas se sientan una a una en derredor de la diva para discutir y opinar sobre la candente actualidad farandulera, presenta a un puñado de las máximas revelaciones de la temporada televisiva. Stefi Xipolitakis es claramente una de ellas. La Griega y su información clasificada marcan la diferencia muchas veces en medio de un panel donde se sacan chispas para brindar el comentario más picante o la data más ruidosa del día.
A un costadito se le ubica Sofía Zamolo. Y esa vecindad con la polémica hermana de la súper escandalosa Vicky contagió a la modelo. A ver, aclaremos: la Zamolo no es ni la mitad de bochinchera que las hermanas, pero decidió irse de viaje a Grecia y broncear su cuerpo bajo el sol de Mykonos, aprovechando los últimos agobios europeos.
Mientras por estos lares se ingresa a la floreciente primavera, ellos van conociendo el otoño. Igual, en algunos destinos las temperaturas siguen por encima de los 25 grados. La famosa isla helena es uno de ellos, y hacía allí fue la rubia en busca de color… y calor.
A tono con las épocas que se transitan, Sofía fue volcando las sensaciones del viaje a través de las redes sociales. Allí se manifestó varias veces maravillada por el paisaje y confesó un par de cuestiones vinculadas con su pareja. La modelo está casada con José Félix Uriburu y subió un par de fotos junto a él: los dos estaban a los besos.
Se trata de uno de los matrimonios más enigmáticos de la farándula: se sabe muy poco de ellos, y ella es muy escueta en sus comentarios. El, por su parte, prácticamente no habló nunca con la prensa. Ni por su vida privada ni por ningún otro tema. Pero esta vez fue distinto. Quizás por el marco natural incomparable del que era testigo, un poco se soltó.
Y contó: “Nos hicieron creer que la persona que uno elige tiene el deber de hacernos felices. Claro que no, nadie viene a hacernos felices. Es uno mismo que debe primero ser feliz solo y después sí, elegir a alguien para caminar la vida juntos. Sin ponernos presiones unos a los otros, y nuestro amor funciona por eso”.
Definitivamente entregada a las bellezas griegas, remarcó luego, casi al borde del misticismo, que “cierro los ojos, disfruto cada cosa que siento a mi alrededor. El olor del café, el viento en la cara, el solcito. Me conecto con el hoy, con este momento. Somos instantes, pasajeros. Cuando dejamos que nuestra propia luz brille, inconscientemente damos permiso a que otras personas también brillen. Disfrutemos cada minuto que estamos en este mundo”.
Para que no quedaran dudas de que el lugar le encanta, contó que “pienso tomarme todo todito el sol de Mykonos, así que probablemente pase todas mis vacaciones en malla”. Por lo que se ve en las fotos, queda claro que fue así.