No todo lo que brilla, dicen, es oro. Y, al parecer, no todo en el excéntrico y lujoso matrimonio de Victoria Jesús Xipolitakis (33) era color de rosa. Luego de casi tres años de amor, un casamiento en las calles de Nueva York y un hijo de 9 meses que nació fruto de esa relación, la Griega decidió separarse del banquero Javier Naselli (55).
Cansada de llevar una vida cargada de malos tratos y violencia tanto verbal como física, la flamante mamá de Salvador Uriel rompió el silencio y a corazón abierto relató cómo fueron los días junto al millonario y padre de su bebé, y cómo es su actualidad.
“Estoy casi desintoxicada, me hace mal recordar todo lo que viví porque estoy bien. Me costó mucho tomar la decisión, salir adelante. Cuando miro los ojos de Salvador me lleno de fuerzas. Le prometí a mi hijo que nunca lo iba a defraudar y siempre lo iba a hacer feliz. Por eso tomé esta decisión. Porque si estaba sola tal vez seguía un tiempo más. Pero no se puede vivir así y necesitaba ser feliz para hacer feliz a mi bebé. No iba a permitir que el bebé se críe bajo gritos, insultos, discusiones, peleas. Pensé que con amor podía, por eso le di un hijo que era fruto del amor más grande. Pero no. Fueron muchas desilusiones que padecí y tuve que pensar maduramente, más que nada por Salvador, que es un nene hermoso y una bendición que Dios me mandó”, arranca relatando Vicky.
Y sigue: “No viajaba sola con él porque me daba miedo, porque viví muchos episodios. Y con el bebé menos iba a viajar sola. Siempre me sentí sola, encima con maltratos. No tuve una vida feliz a su lado y tomé la decisión más madura aunque me dolió un montón, y capaz me sigue doliendo, pero yo no era feliz. Sólo deseo que esto se solucione de la mejor manera posible y confío plenamente en Fernando Burlando y su estudio. No me separaba por Salvador, y después me separé por él. No deja de ser el padre de mi hijo y por eso me resguardé para no hablar del tema. Soy como el ave fénix, resurgí y me vuelvo a casar con mi trabajo. El que mucho tiempo descuidé por acompañar a la persona que tenía a mi lado, ya que siempre prioricé a la familia. Porque para él toda mi vida y mis cosas eran una mierda. Estoy contenta, tomé fuerzas, primero me ocupé de Salvador y cuando estaba todo más ordenado empecé a pensar en mí. Por más que tenga una vida muy feliz y alegre, que siempre esté sonriendo, me pasan cosas porque soy un ser humano. Lloré mucho, pero nunca delante de Salvador. Una sola vez se me cayeron lágrimas, cuando me dijo ‘mamá’, ahí me derrumbé”.
–¿Padeciste todo tipo de agresión?
–Hay cosas que perdoné o entendí que él era una persona así. Pensé que con amor o modales iba a poder cambiar, pero no. O con el acto de amor más grande que le di, que es un bebé que tanto me pidió… Pero que lo haya dejado a su hijo afuera, en la calle, con frío y hambre por toda una situación, porque él vivía enojado, lo enojó… Siempre metió a su hijo en el medio, se la agarraba conmigo y sabía que mi punto débil era Salvador. Me gritaba siempre delante del nene y hubo violencia de todo tipo: física, verbal más que nada, y económica. El día que se fue, se fue cerrando todas las puertas de la casa y vaciando la caja fuerte. Vino la Policía para acompañarme por las dudas. Menos mal que vinieron y fueron testigos de cómo toda la casa estaba cerrada. Esa madrugada estuve afuera, con el bebé, con frío, y mis amigos fueron a comprarme mamaderas. Cuando le fui a pagar al cerrajero se había llevado su plata, la mía, la de la familia. Dejó a su hijo en la calle, con hambre. Ya van casi tres meses que no me pasa ni un peso y no pregunta ni cómo está su hijo. Me di cuenta de que nunca le importó. Me da pena que le importen más él o su plata que ver cómo está su hijo o los gastos que sabe que tengo en esta casa y que hay un bebé.
–Volviste al ruedo…
–Dejé pasar el tiempo para curar las heridas, y resurgir. Estoy sola haciéndome cargo de la casa y un montón de cosas. Con Salvador soy mamá, papá y su mejor amiga. Sé que en la vida puedo dejar pasar cosas, reírme, pero soy re madura como mamá. Salvador es mi todo y lo más lindo que la vida me dio. A Dios siempre le pedí un compañero y me mandó el mejor, mi hijo. Ser mamá fue lo más lindo que me pasó en la vida porque conocí el amor verdadero, real, y estoy enamorada de Salvador. Siempre me muestro feliz porque soy una mujer feliz. Pero me enganché con un hombre que no me hacía feliz. Estaba ilusionada, soñaba con la familia, me pedía un hijo, le creía cuando me decía te quiero o voy a cambiar. Pero vivía llorando. Al menos una vez al día. Tenía tristeza, me costaba reír, me sentía apagada, no podía ser yo. Todo le molestaba de mí, mi trabajo era una mierda. Soy un ser humano como cualquier otro, lloré mucho. Mi trabajo siempre me dio alegría y me hizo feliz.
–¿Acabás de lanzar una línea de labiales?
–Una cápsula con la marca In Your Face, que me ayudó también a ocupar mi cabeza. Saqué mis tres V en labiales: Veneno, Vicio y Verdad.