“Si Julio Iglesias dice que estuvo con 3.000 mujeres, yo le subo la apuesta y llego hasta 5.000. A mi el Gallego ese no me va a ganar”. Así era Cacho Castaña en sus entrevistas. Directo, frontal, polémico, calentón. A veces, por qué no, un poco fanfarrón también. Pudo haber exagerado en la cifra, pero no estaba diciendo ninguna mentira. Al fin y al cabo, fue uno de los más grandes seductores de todos los tiempos de la farándula local.
Y si Sandro, otro enorme de la canción argentina, deleitaba con aquello de “una muchacha y una guitrarra para poder cantar, esas son cosas que en esta vida nunca me han de faltar” queda claro que Cacho llevó esa letra a la vida real. Porque alguna vez le pueden haber faltado dinero, salud o buenos compañeros que lo alejaran de los vicios y los peligros de la noche, pero lo que nunca jamás le faltó fue una mujer al lado. Vamos a repasar, pues, su agitada vida amorosa.
No en ese momento porque fue medio clandestina y los dos guardaron un prudencial silencio, pero con el correr de los años la que se volvió más mediática fue su historia con Susana Giménez. Una vez que se liberaron de viejos temores y compromisos, se animaron a contarla. Y a confesar, además, que disfrutaron el flirteo mientras ella salía con Carlos Monzón cuando el santafesino era el campeón mundial de boxeo más temido del mundo. Resulta legendaria, ya, la anécdota de que durante un verano, en Mar del Plata, él tuvo que escaparse escondido en el baúl de un auto porque Monzón llegó de improviso a la residencia que ocupaba la diva.
Julio Iglesias vuelve a escena, porque el cantante español y Cacho se disputaron durante un buen tiempo el corazón de Mónica Gonzaga, una de las mujeres más bellas de la Argentina y el mundo de habla hispana. Fueron pareja 5 años y aún hoy ella lo recuerda como “una persona muy especial, uno de los hombres de mi vida”.
Pero no todo fuer color de rosas en la vida de Cacho. Su relación con Silvia Peyrou terminó en un escándalo gigantesco. Ella quedó embarazada y él, en un principio, se negó a reconocer a ese hijo, Santino, como suyo. Después lo hizo, pero finalmente un estudio de ADN confirmó que no era el padre de ese chico. Obviamente, el caso se ventiló en los medios y los programas del corazón se hicieron un picnic con la bochornosa historia. Cacho no tuvo hijos y fue esa, quizás, la gran cuenta pendiente de su vida.
Con los años Cacho perdió un poco de vitalidad y de fuerza en su estruendosa y conmevodra voz, pero no las mañanas para conquistar mujeres. Ya de grande, aunque se puso un poco más serio y mantuvo noviazgos más largos, se le dio por las jóvenes. Con Andrea Sblano hasta llegó a casarse, pero otra vez terminaron en una batalla mediática y judicial: se acusaron de las cosas más feas y en los Tribunales terminaron sobreseyendo a la muchacha, acusada en su momento de haber aprovechado uno de los tantos malos momentos de salud de Cacho para estafarlo en una millonada. Para cuando dirimieron sus cuitas en los estrados, él ya estaba en pareja con Marina Rosenthal, quien lo acompañó hasta los últimos días de su vida.
En su juventud, Cacho vivió infinidad de amoríos y habrá acumulado tantas muchachas como para decir lo que dijo en aquel reportaje que le brindó a Paparazzi hace más de 15 años. Hay decenas de nombres conocidos entre sus conquistas, pero claramente se destacan los de Selva Mayo, Jorgelina Aranda y Diana María, todas estrellas al momento de vincularse con él.