De un tiempo a esta parte, Calu Rivero (32) afrontó el desafío no sólo de mostrarse tal cual es, sino de vivir la vida sin prejuicios ni pensando en el qué dirán. Lejos de los mandatos y las reglas impuestas a lo largo de las generaciones, la morocha se planta y elige qué camino seguir, sin mirar para atrás. Hace unos días, la actriz se fue de vacaciones y, como nos tiene acostumbrados, sus destinos no contaron con los típicos paseos que suele hacer un turista.
“Me fui a autocultivarme para volver multiplicada y encontrar la mezcla de tierra que más se ajusta a lo que necesita mi ser artista”, detalló sobre su viaje. Anduvo por Portugal y visitó lugares emblemáticos de Lisboa y otras ciudades acompañada en la primera parte del viaje por Marou, su hermana. Pasó por el Palacio da Pena y por varios otros sitios emblemáticos. Hizo una parada fugaz en París, Francia, durante el evento La Semana de la Moda, para continuar su viaje rumbo a Israel.
En el desierto sintió libertad. Sin ruidos extraños, tan sólo ella y la naturaleza. También pasó por Grecia y participó de un seminario de actuación que se dictó en medio de la montaña, en donde ni siquiera había señal de celular. Disfruta de estar en permanente cambio y en movimiento, saltando de ciudad en ciudad buscando nuevas experiencias.
Por cuestiones laborales, Calu vive un tiempo en Nueva York y otro tanto en Buenos Aires. En tierras estadounidenses enfrentó una nueva manera de brindarse a lo que busca.
“La idea que siempre perseguí fue la de representar ciento por ciento mi universo, entonces lo primero que se me vino a la cabeza fue acercarme a la naturaleza y estar con los animales. Ahí es donde mejor conecto con mi esencia. Desde chica estuve conectada con los animales, dándoles la mamadera a cabritos o alimentando las gallinas de mi abuela… los animales siempre estuvieron en mi radar, pero fue más de grande cuando logré entender que son hermanos. Ninguno de ellos debería ser sometido a maltrato y crueldad”, le contó a Marie Claire.
En la misma sintonía, sostiene que busca transmitir un mensaje profundo y conciliador. En otra etapa, mejor plantada y sin el mareo de las luces de la fama, se permite poner una pausa. “Mi mensaje es transmitir amor, amor propio, amor por la tierra, amor por nuestros amigos, amor por lo desconocido”.
Por estas horas, Rivero vive un momento de libertad y dignidad. El pedido de captura contra Juan Darthés (ella fue la primera que lo denunció por acoso) le trajo una bocanada de aire fresco a su alma.
¡Respira!
Coincidió con el actor en Dulce amor, y allí pasó por su peor calvario. Fue tal lo que vivió, que, al no ser escuchada, en 2012 se tuvo que ir de la novela e incluso del país, intentando buscar sanación. Ahora, más entera que en aquel momento, pero igual de frágil, contó que rompió en llanto cuando se enteró del pedido de captura. “Yo estaba en Grecia, en un hostel, y cuando llamé a mi hermana para contarle de mi experiencia, ella me dijo: ‘Quiero contarte algo’. No pude dejar de llorar. Lloré y lloré como una niña. Lloré hasta que pude ver cómo esa herida se cicatrizaba por completo, se hacía cascarita y se regeneraba en una nueva piel”, contó.