Encontrar un equilibrio emocional resulta elemental cuando se pisan los 40. A determinada altura del partido, la paz espiritual comienza a ser vista como una prioridad y ponerla al servicio de la familia, sin dudas, propiciará una mirada más próspera de cara al futuro. Mariano Martínez (40) conoció a Camila Cavallo (24) en un momento especial de su vida.
Saliendo de un romance corto pero muy mediatizado con Lali Espósito, tal vez pagando el precio de animarse a establecer un vínculo sentimental con una figura del pop juvenil y toparse con todo lo que eso implica en materia de exposición. Si bien el galán es uno de los referentes maduros de la televisión en lo que respecta a la continuidad de trabajo y también a su arrastre en la platea femenina, también es verdad que Lali provoca verdaderos sismos periodísticos por el simple hecho de hablar de su intimidad.
El ex Son amores quedó enredado en una trama que lo desbordó, pues, más allá del amor que seguramente sentía por la cantante, nunca logró adaptarse a todo lo que la rodeaba. Esto, quizá sumado a la diferencia de edad (él es doce años mayor) y a las disímiles etapas que atravesaban en su momento, atentó contra la relación y la condujo hacia un camino sin retorno. A los pocos meses, mientras con sutileza ambos aún intercambiaban acusaciones cruzadas, Mariano conoció a Camila y el rumbo de sus sentimientos se reencauzaron.
Al igual que Lali, la modelo es mucho más joven que él, pero a diferencia de la estrella de Esperanza mía –ficción en la que fue compañera del galán–, la modelo definitivamente lo “hipnotizó”. No sólo por su belleza genuina, sino también por su bajísimo perfil, una cualidad que Mariano considera elemental a la hora de proponerse objetivos a largo plazo en el plano conyugal. El agua fue corriendo bajo el puente y con un tramo ya transitado decidieron formar una familia.
Fue entonces que llegó Alma para coronar una historia de amor que fue creciendo lentamente bajo la consigna de vivir buenas y malas puertas para adentro. Así, el próximo paso para el actor apuntó a ir ensamblando la comitiva, pues de su primer vínculo formal tuvo a Olivia y Milo, frutos de su etapa amorosa con Juliana Giambroni.
Tarea difícil si las hay, Mariano asumió el desafío y consiguió, con el paso del tiempo, que los tres peques del hogar aprendieran a quererse y respetarse. Y siempre que se materializa un propósito tan singular y exigente, queda claro que fue apropiada la labor de los padres.
El trabajo silencioso, que además de incluir las conversaciones referidas al tema, contempla experiencias grupales de esparcimiento, donde la palabra “compartir” ocupa un rol irremplazable. Justamente, Mariano y Camila encabezaron un viaje a Ushuaia, obviamente con los chicos, que pudieron disfrutar plenamente y afianzar los lazos nada más ni nada menos que divirtiéndose bajo la nieve.
Un recuerdo que posiblemente jamás quieran borrar de sus mentes. Menos Mariano, que después de las turbulencias que vivió con Lali, halló en los brazos de Camila la armonía espiritual que tanto necesitaba y una satisfacción incomparable en la relación que construyeron los tres hermanos Martínez.