Dio el batacazo eliminando del Súper Bailando nada menos que al Polaco y a Luciana Salazar, y amagó con ir por todo. Con su madre, Yanina, atenta en el piso sin perderse una sola noche de gala, Lola Latorre (18) demostró rápidamente sus herramientas para quedarse con la gloria. La impresión preliminar fue clara: la modelo empezaba a perfilarse como una de las grandes candidatas para competir en los tramos decisivos, pero finalmente quedó afuera en el teléfono a manos de Karina la Princesita.
De ahora en más, sus energías volverán a estar destinadas a sus estudios de abogacía, al modelaje y también, claro está, al amor. Porque la hija de la panelista de LAM, justamente una de sus más fervientes fans en cada gala del reality, retornará a la rutina de siempre, alejada de la exposición pero con la tranquilidad del deber cumplido.
Allí, en el reanudar su cotidianidad, estará, al igual que en los últimos dos años, Jerónimo González Chávez. Sí, claro, su novio. Un rugbier de 19 años que estudia economía y que desde el lugar que le corresponde trató de contenerla frente a los riesgos de una exposición tan alta como la que implica participar de un show tan popular.
Será el momento de reencontrarse con la quietud y el calor de sus afectos, tras un desafío que seguramente le dejó enseñanzas y un grado mayor de maduración para manejarse en espacios que son seguidos por miles y miles de espectadores.
Mirando al futuro inmediato, y con la expectativa puesta en los libros, Lola ya anticipó que privilegiará recibirse: “Me encantaría seguir Derecho Penal y de Familia. También me gustaría hacer un master en Relaciones Institucionales”. Se vienen épocas de cambios para la hija de Gambetita Latorre, en medio de tanto lío familiar por la separación de su padres. Exámenes, pasarelas y mimos. Un combo inmejorable para un porvenir prometedor. En todo sentido.