Armaba las valijas, ultimaba detalles de lo que serían largos tres meses instalado en Mar del Plata y la salud lo puso en jaque. Después de una semana de fuertes dolores abdominales y fiebre, en las pasadas horas Matías Alé (42) fue internado de urgencia. A menos de una semana de debutar en La Feliz con Mi mujer se llama Mauricio, comedia clásica de éxito y recorrido nacional –vuelve a emprender una temporada a partir del 2 de enero, en el Teatro Santa Fe, producida por Aldo Funes–, fue intervenido de urgencia por una apendicitis, en el Sanatorio Otamendi.
“Casi llego a la clínica con peritonitis, muy complicado. Estuve a punto de no contarla”, reconoció en pleno proceso de recuperación. “Lo que me importa es estar bien y recuperarme rápido porque me espera un hermoso verano por delante. Es un placer seguir siendo parte de esta obra, que fue y seguirá siendo un éxito porque tiene todos los condimentos para mantenerse en esa línea. Además, va a ser una temporada que promete que a todos nos vaya muy bien, que me interesa por mi obra y por todos mis compañeros. Y que me permitirá seguir compartiendo con amigos, algo que valoro mucho porque me encanta estar rodeado de gente que quiero. Seguramente, mamá se instale conmigo un tiempito y también lo harán mis amigos de la vida. La idea es pasar días rodeados de afecto, disfrutando de una ciudad que es maravillosa y que hace sentir a gusto a los actores”, proyectó.
Otro Matías. Desde que la ex pareja de Graciela Alfano sufrió un brote místico, su realidad y forma de encarar la vida cambiaron por completo. No sólo se dedicó como prioridad a recuperar su salud sino que se rodeó de la gente que le hace bien. Y apostó a la vuelta al trabajo, enfocado en el mundo del teatro, que hace varias temporadas lo abriga y le permite lucirse arriba del escenario. A la distancia, Alé pudo reflexionar sobre el hecho que lo llevó a cambiar por completo sus formas y acciones, más allá de conservar la amabilidad y la simpatía que siempre lo caracterizaron.
“La locura bien tratada es maravillosa. Como decía Hemingway, volverse loco no es para cualquiera. Te expande. A todos les puede pasar por estrés o por ansiedad. Es muy común. Sentí que Flor Peña era la Virgen María. Fui a un evento de peluquería donde había quince mil personas y desde que llegué hasta que me fui me creí el Espíritu Santo. Que esa congregación de gente se había reunido por mí y que esperaban mi bendición. Iba por los stands con el aerosol fijador y los bendecía. La noche anterior al ataque sentí que tuve una presencia y que algo no estaba. Yo me creía el Espíritu Santo, estaba convencido de eso. Y no se lo tenía que contar a nadie porque me iba a pasar algo. Sentía que era un profeta enviado. Como que venís a trabajar, de repente el CPU se te tilda y vos pensás que esa es la realidad. La gente que está pasando por esto, que lo hable con un médico o un familiar porque se puede curar”, dijo sobre una de las etapas más difíciles de su vida, al poco tiempo de casarse por primera vez.
Solo, solito y solo. Después de su matrimonio con María del Mar Cuello Molar, que duró seis meses, poco pasó en la vida amorosa de Matías. Por unos breves meses intentó mantener una relación amorosa con otra mujer, pero el vínculo no logró prosperar. Y, lejos de los años en los que era un samurái, en los que mantuvo romances con figuras y figuritas conocidas del ambiente artístico, el actual accionar sentimental del artista poco y nada se parece al de esos tiempos.
Muy por el contrario, hace largos meses que no se le conoce pareja, y al parecer no le interesaría formalizar en lo inmediato. “Estoy muy tranquilo, abocado al trabajo, que me da grandes satisfacciones, y muy cerca de la familia y de mis amistades, que son incondicionales y las tengo de toda la vida, estuvieron en las buenas y en las malas. No estoy en pareja. Más adelante veremos qué pasa… nunca descarto nada”, reflexionó.