Se trata de uno de los primeros datos que arroja la temporada de verano 2020. Una de esas cuestiones significativas, trascendentes, definitivamente importantes. Sobre todo de cara al futuro. A partir de estos días y de las actividades que desarrolló en Pinamar, donde lo llevó su papá y estuvo rodeado de otros familiares y algunos amigos tan famosos como el drepa, Mirko, que ya va dejando de ser el bebé del pueblo para empezar a transformarse en el nene más querido del país, es derecho. Derecho, sí: le gusta mucho jugar a la pelota y en sus primeros contactos con la número cinco ya demostró algunas condiciones pegándole con esa pierna. La zurda, claro, la tiene para acompañar. Diestro, entonces, desde ahora y para siempre.
“Me salió re futbolero”, se alegró un Marley cada vez más baboso en su función de papá. Al conductor de tantos y tantos éxitos –la enorme mayoría, por Telefe– el más popular de los deportes no le va ni le viene (nunca se lo vio en una cancha ni parece tener habilidades para practicarlo), pero su hijo se apasionó por la pelota. Habrá que recordar, además, las disputas que hubo en torno de las simpatías futboleras de Mirko cuando apenas había nacido.
A sabiendas de que el padre no era un fanático, las visitas le llevaban camisetas y solicitudes de socios de sus clubes. Hubo varios, y hasta Osvaldo Príncipi intentó hacerlo de Estudiantes de La Plata. La cuestión es que, más allá de lo que pueda o no pensar Marley acerca del fóbal, Mirko le agarró el gustito. Y hasta ya hizo sus primeros goles, tomando carrera y pegándole bastante bien… sí, con la derecha.
Después de que su hijo mostrara que tiene condiciones, Marley se permitió bromear acerca de la situación: “El nuevo Messi ha llegado. Messi está a punto de pasar a Pelé como máximo goleador y Mirko ya empezó con su récord con estos tres primeros goles”.
Marley tuvo que apurar sus vacaciones, ya que volvió a emitirse El muro infernal, siempre en el canal de las pelotas. Lo hará en medio de una temporada de verano que no entrega números muy grandes (muy pocos programas llegan a medir dos dígitos), y para hacerle frente en las mejores condiciones se alojó en una hermosa residencia de Pinamar, en medio de bosques y un jardín lleno de verde y flores de colores.
Aunque tenían una pileta –y la usaron– también fueron a la playa, donde Mirko jugó tanto en el agua (cuando salía le daba mucho frío) como en la arena, haciendo castillitos y también quedando como “milanesa”. Recibieron visitas famosas (Florencia Peña, vieja amiga de Marley, que fue con su nene más chiquito) y comieron cosas muy, muy ricas. La pasaron fenómeno. Porque antes del muro infernal disfrutaron de unas vacaciones paradisíacas.
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