Barbie Di Rocco (28) es escritora trans de dos libros infantiles sobre educación sexual integral y diversidad, que usa en las clases que da en varios colegios. El destino hizo que fuera invitada a Incorrectas para hablar de sus textos y su acción escolar, que a Moria Casán le gustara su forma de desenvolverse ante las cámaras y que hoy sea una vayaina, en las tardes de América.
“Los libros comencé a escribirlos con el sueño de llevarlos a los colegios. Quería que la gente entendiera el proceso de transformación que pasamos las personas trans. Por eso escribí Atigrado, que cuenta el cambio de piel de un personaje y deja la enseñanza de valorar a las personas por su interior. Y el segundo me permite concientizar sobre la importancia de la vacunación y medicación en casos de enfermedad", comenzó.
"Lo hice pensando en dos amigos que perdí por complicaciones con el VIH. Están en venta online pero sólo unos pocos ejemplares, ya que al imprimirlos yo misma no pude hacer muchos. No hubo ninguna organización o entidad que me ayudara con la impresión, así que decidí hacerlo por mi cuenta, llevándolo a una imprenta. Hace unos años conocí a un amigo que estaba en un grupo de ESI y decidió sumarme. Así que empecé a acompañarlo a los colegios con temor a la reacción de los chicos y docentes. Pero fue con mucho respeto", agregó.
"Conté mi historia y por qué la mayoría de nosotras tenemos un promedio de vida de 35 años. Que hoy en día haya chicas trans en los colegios me llena de orgullo. Porque esa chica va a tener un título secundario y podrá tener un trabajo. En cambio, la mayoría de nosotras no pudimos acceder a trabajos formales y fuimos expulsadas de nuestros hogares. Si desde la infancia enseñamos lo que es el respeto hacia las personas gays, trans o lesbianas, las nuevas generaciones van a ser más tolerantes y no va a existir tanta discriminación”, compartió la panelista.
–¿Ejercer la prostitución fue una decisión de vida o lo hiciste por necesidad?
–La prostitución fue algo que no elegí, pero que me salvó de morirme de hambre cuando me vine a Buenos Aires, en 2009, después de que mi papá me echara de mi casa, en San Nicolás de los Arroyos. Mi papá no aceptaba mi cambio y mi mamá estaba enferma de cáncer. Creo que él aprovechó el momento. No tenía ni para comer, fui a parar a una pensión, y los primeros días robaba latas de picadillo de un supermercado, que era lo único que me entraba en el bolsillo. A la noche me acostaba con el encargado de un restaurante a cambio de comida, lo iba a ver cuando el restaurante cerraba y teníamos relaciones en la cocina. Al terminar me daba una bolsa con sándwiches de miga. Y la hacía durar lo más posible. En esos días, un amigo me consiguió trabajo en una peluquería. Nos pagaban muy poco. Algo así como 800 pesos, y yo pagaba 500 de alquiler por la pieza de la pensión. Así que los fines de semana comencé a ir a los bosques de Palermo, y descubrí que en dos noches ganaba lo que en un mes en la pelu.
–¿Y cómo siguió tu vida?
–Trabaje desde 2010 hasta 2015. Dejé de ir cuando una noche me subí a un auto y, en una discusión, un cliente intentó matarme. Dejé los bosques y empecé a trabajar solamente con anuncios en Internet, en un departamento que compartía con una amiga, y así me sentía más segura. Al tiempo conocí a un cliente de Estados Unidos que me invitaba a Miami a verlo. Fue mi cliente desde 2015 hasta octubre de 2019. Eso me dio tranquilidad económica, y por eso pude dedicarme a ir a los colegios con mis libros, ya que eso lo hacemos de manera gratuita.
–¿Hoy estás en pareja?
–Estoy soltera y pienso seguir estándolo, durante tantos años de prostitución entendí lo tóxicos que son los hombres con las trans. Y hoy en día me quiero tanto a mí misma que no me compartiría con nadie. A los hombres que les gustan las trans les falta mucho coraje, la mayoría no resuelve muchas cosas en su cabeza. Lucho mucho con la inseguridad y la depresión.