La nieta de Susana gritándole “negro de mierda”, ”gordo” y “grasa” a un tipo. La abuela de Lucía mandando a los pobres al norte a criar gallinas en los gallineros. Karina Jelinek a las piñas con una amiga por un ñato cualquiera. Un par de boludos con plata, mucha plata, tirando chanchos desde un helicóptero. ¡Basta! Después de tanta guerra, el verano de Punta necesita un poco de Paz. Y acá está, envuelta en ese dulce y muy intenso cuerpo, en sus palabras siempre relajadas, en sus curvas del demonio, en su mirada tierna y delicada, en sus caricias con Diego Orden, en su andar, en su quietud, en su ruido y en su silencio. Morocha, bonita, siempre amable y siempre dispuesta, Paz Cornú le da a la temporada uruguaya la calma que andaba precisando después de tanto batifondo.
Paz la está pasando de maravillas con su marido, un muchacho que la tiene tan enamorada que no anda con vueltas a la hora de hablar de los sueños que acuñan juntos. Después de revolcarse sobre la arena y cumplir la demostración de afecto número mil en lo que va de enero, Paz dialogó con Paparazzi y, como siempre, las palabras de la diseñadora dejarán mucha tela para cortar.
¿Así que el próximo presidente de Uruguay se quiere llevar 100.000 argentinos para que inviertan en sus tierras? Paz jugó al anticipo: “Acabamos de abrir un local acá, en la zona de Manantiales. Ruta 10, kilómetro 164. Tenemos muchos vestidos con brillos”, cuenta.
Cada nuevo emprendimiento es un hijo para Paz. “Hijo”, una palabra clave en su segundo semestre de 2019, por todos los rumores de embarazo que la envolvieron. “Es verdad, estuvieron las versiones, y varias veces. Pero no, no estoy embara- zada. En algún momento va a suceder porque es un deseo que queremos concretar con Diego”.
–¿Están “haciendo los deberes”?
–Sí, ja, ja, ja. Nosotros siempre hacemos esos deberes. Ahora, en breve vamos a empezar a buscar. Estábamos con muchas cosas, la apertura del local y eso te lleva mucho tiempo. Si esperás el momento perfecto no llega nunca, y esto es algo que sería muy lindo vivirlo con él, y no quiero seguir esperando.
–Hay como una creencia de que el hombre quiere el varoncito… ¿Diego te habló de sus deseos?
–El es muy generoso conmigo, y me dice que como yo ya tengo dos varones le encantaría tener una nena. Diego es así, despojado, siempre está pensando en el otro.
–¿Y vos tenés alguna preferencia?
–Lo que Dios quiera y el universo me mande está bien.
–Pasó de todo en Punta este verano. ¿Qué te pareció lo de esta gente que tiró el chancho desde el helicóptero?
–Todos tenemos que sensibilizarnos más y respetar a los que son inocentes. ¡Hay que respetar la vida, loco! El acto de tirar al animal, no importa si estaba vivo o muerto, me generó mucha indignación y malestar. Una sensación fea. No se puede vivir así. Y si no nos respetamos, nunca vamos a tener un país mejor. Hay que tener más amor, y si no lo tenés, por lo que sea, no hagas daño. Hay que frenar ese egocentrismo y esa agresividad del ser humano con leyes y con una cultura social de respeto a los animales. Hay que comer menos carne, hay que tirarse a lo ve- getariano, hay que ser res- petuoso de los seres vivos. Nos hicieron creer que hay que comer carne para estar bien y eso no es verdad. Lo puedo fundamentar y argumentar con mi estilo de vida.