Rubia de curvas imponentes, mirada compradora y tono de voz pacífico, Jaqueline Grisolia (27) avanza en el camino artístico. La exparticipante de Combate, oriunda de Zárate, dedica sus días al perfeccionamiento en danzas contemporáneas y clases de actuación con el sueño firme y latente de “que la vida me sorprenda con todo lo que incluye el mundo artístico. Y el día de mañana poder llegar a conducir un programa de televisión y trabajar en películas”, anhela.
“Me reconozco emprendedora, siempre con ganas de hacer cosas y alegrar a la gente que me rodea, más ahora que estoy reiniciando mi vida, enfocada en el trabajo y en el afecto de mi familia y de mis amigos, después de las difíciles cosas que me pasaron”, se sinceró la blonda que, en su momento, fue vinculada con el jugador de fútbol Lautaro Martínez, cuando el goleador salía con Sol Pérez.
–Dijiste que pasaste cosas muy feas, ¿a qué hacés referencia?
–A que viví violencia de género de parte de una pareja estable con la que estuve bastante tiempo y con la que convivía. Las mujeres que sufrimos de violencia lo naturalizamos.
–¿Por qué decís eso?
–Viví muchos episodios, pero pensaba que era algo pasajero, que se le iba a pasar. Me dormía llorando y pensando que no quería que sucediera más, que ojalá al otro día él reflexionara. Pensaba que iba a recapacitar y que me iba a pedir disculpas… yo misma le decía que tenía que hacerlo.
–¿Por qué seguiste adelante con esa pareja durante tanto tiempo?
–Yo justificaba sus actos y trataba de apaciguar las cosas para seguir juntos. Él me agarraba del cuello y yo le pedía llorando que me soltara. No me daba bolilla, me respondía que yo lo provocaba. Le pedí que, por lo menos, se arrepintiera de lo que había hecho y me respondía que él no se arrepentía de lo que hacía. Era horrible, la verdad, un verdadero calvario…
–Y sí, no es para menos tu definición.
–Llegaba de trabajar y me trataba como una mierda. Me decía que mi comida era horrible. Tenía un problema en el trabajo y se la agarraba conmigo: me decía que era una puta de mierda, criticaba mi trabajo, argumentaba que mostraba el culo en todos lados y que me hacía la linda porque salía en un programa de televisión. Y había más…
–¿Qué otras cosas sucedían?
–No me dejaba salir, ni siquiera ir a visitar a mi mamá, me hablaba mal de mi familia para que me alejara de ellos, se quejaba de todo. Y yo rechazaba trabajos para no discutir con él. Iba a los castings y me decía que perdía plata, era una tortura cada vez que quería ir a una audición. Le explicaba pero no había caso, no había forma de que me escuchara, y siempre me atacaba.
–¿Tu vida corrió riesgo?
–Me decía que agarrarme del pelo, del cuello o empujarme, como hacía, no era nada. Que hubiese tenido que “rematarme a palos para que me diera cuenta y que, a partir de eso, yo hablara con razón”. Estaba al tanto de que mi familia sabía lo que estaba sucediendo. Él también naturalizaba lo que hacía, todo lo que sucedía puertas adentro de mi casa.
–¿Pensaste en denunciarlo?
–Siempre tuve miedo de que me pasara algo grave pero nunca me animé a denunciarlo, esa es la realidad. Pero hay un motivo concreto. Llamé al 144, me atendieron súper bien pero la realidad es que cuando denunciás, al agresor le llega una notificación, y eso es lo que no quería.
–¿Cómo lograste terminar la relación?
–Vivimos mucho tiempo juntos pero ahora estoy sola y tranquila, sin pareja por el momento. La última vez que nos separamos me puse triste pero, por otro lado, sentí alivio, una paz de que se haya ido de mi casa.
-Sos de Zárate, vivís en la ciudad, ¿conocés a los rugbiers que asesinaron a Fernando?
-No, ellos son más chicos que yo. Nunca me los crucé en ningún lugar. En la ciudad no se habla de otra cosa y se sigue el caso con mucha preocupación. Prefiero resguardar mi opinión, pero nosotros también queremos justicia.