Me encanta estar en mi casa, cosa que por mi trabajo mucho no puedo hacer”. Para Iliana Calabró (53), la cuarentena tiene un sabor especial. Más allá de lo que implica a nivel humano y sanitario, la actriz capitaliza el tiempo a full.
“Di vuelta todo mi comedor diario, acomodé, tiré revistas viejas y dejé sólo aquellas en las que estoy en tapa o en las notas internas. Estoy haciendo una limpieza a fondo, reencontrándome con libros. Me armé un sector de lectura en el que que me dé placer sentarme o tomarme un matecito leyendo algo. No miro películas salvo a la noche, para despejarme. Me engancho más con la naturaleza, con la meditación. Medito no menos de tres veces al día, cocino, algo que me encanta", afirma.
"Ahora que estoy tranquila de que estoy sana y puedo correr hasta lo de mamá, le puedo llevar cositas que preparo, lo aprovecho. No entiendo a la gente que se aburre, que no encuentra qué hacer. Soy muy activa y siempre tendría algo en qué ocupar el tiempo. Me ayuda mucho meditar y leer cosas que me sirven a encontrar el sentido, el por qué y para qué de las cosas…”, agrega.
A lo lejos. “Uno de mis hijos está en Brasil. Por suerte, abandonó la zona roja. Está en las afueras de Bahía, en un pueblo. La preocupación está siempre, pero nosotros en la ciudad estamos más expuestos que él. Creo que mi hijo fue el creador de lavarse las manos. Siempre tuvo mucho respeto a los microbios y a las consecuencias del contacto con el exterior, es defensor de un alto nivel de limpieza y de esterilización, en eso no corre peligro”, cuenta.
A Italia con amor. Iliana estuvo muchos años en pareja y conviviendo con Antonello Grandolfo, quien regresó a su tierra natal el año pasado. Pero la separación no significó un quiebre en el cariño sino que, por el contrario, siguen en comunicación: “Con Antonello hablo, lo llamé para Pascuas. Allá están muy atentos, como nosotros, cuidándose mucho, son muy respetuosos de la cuarentena, mucho más que nosotros porque han tocado fondo. La charla es de amistad, de la linda relación que tuvimos y hoy es natural que se quiera saber del otro. Es un acompañamiento en un momento tan difícil como el que está viviendo. Para estos días se esperaban los picos en el sur de Italia, que llegue lo que tuvo el norte. Eso fue lo que me hizo actuar, ya desde el verano, respetando esto que pasaba".
"Si bien no me imaginaba que podía llegar con la fuerza con que lo hizo, más allá de las medidas del gobierno que me parecen fabulosas, estaba prevenida. De hecho, ya al final de la temporada trataba de evitar el contacto directo con la gente, a la salida del teatro, porque yo soy de la foto, los besos y los abrazos de los seguidores. Pero está vez traté de evitarlo. Un día vino una señora y me dijo que la semana anterior había estado en Torino, Italia, y me quedó resonando. Demoraba la salida para quedarme con los que esperaban con esfuerzo y sacrificio, más allá de toda la gente que se agolpa día a día, fui prudente”, expresa.
Desesperanzada. “No voy a conseguir novio hasta no sé cuando… Va a ser complicado esto. Olvidate que use Tinder u otra red social de conquista, porque soy más chapada a la antigua y dentro de todo sobrellevo bien la soledad. Cocino y hablo con la masa y una mosquista que no logro erradicar de la cocina… ¡Me preocupa!", afirma.
"Hay una amiga que me dice: con todo lo que cocinás, vos tenés un chongo escondido y no me lo estás confesando. La paso tan bien conmigo misma que me preocupo. En la vida ya jugué el partido, la revancha y ahora espero las buenas en el amor”, termina.
