El sueño de River de ganar la quinta Copa Libertadores descansa seguro en las manos de Franco Armani, se fortalece en la reciedumbre de Paulo Diaz, se ilusiona con los amagues de Esequiel Barco y se permite soñar gracias a los goles de Miguel Borja. El colombiano sabe de hazañas, deportivas y de las otras. Su vida es, prácticamente, una suerte de carrera con obstáculos en los que debió sortear y superar todo tipo de problemas. Por ejemplo, haberse puesto de novio y al poco tiempo enterarse de que sería padre... pero con otra mujer.
Borja es nacido en Tierralta, en el interior profundo de Colombia, allí donde la guerrilla y los grupos paramilitares mostraron durante muchos años su poderío sanguinario y despiadado. Dos de los 11 hermanos del futbolista continúan desaparecidos, y aun se supone que podrían estar cautivos de alguna facción que todavía está en combate. Con ese dolor a cuestas, su familia siempre se las rebuscó para pelearle a la pobreza estructural que afecta a esa zona del país del café, las morochas más bonitas y las novelas románticas.
Los Borja no tenían dinero pero sí muchos hijos para alimentar, vestir y mantener. Para conseguir esa plata la madre vendía "empanadas" en la calle que cocinaba con un fogón que a veces prendía y mantenía encendido el propio Miguel. El padre hacía lo mismo, pero con otros productos. Caminaba por todo el barrio ofreciendo billetes de lotería y también ropa usada que conseguía de vecinos solidarios o de baratijos donde podría comprar esas prendas por monedas.
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Así se fue forjando el temple y el espíritu de Miguel, que poco a poco empezó a demostrar condiciones para jugar al fútbol. Sin embargo, quedar en un club no le resultó sencillo y más de una vez, además de llorar por las negativas, pensó en largar todo y dedicarse a otra cosa. Alguna vez, cuando en Millonarios de Bogotá no le dieron lugar porque llegó tarde a una práctica ya que no tenía para pagar los pasajes que lo llevaran hasta el club, abandonó el club pensando que ya no volvería a pisar una cancha. Pero entre la palabra de sus familiares y su acercamiento a Dios decidió redoblar esfuerzos.
LA INCREIBLE HISTORIA DE VIDA DE MIGUEL BORJA, EL DELANTERO COLOMBIANO QUE ILUSIONA A RIVER
Mientras jugaba en las inferiores debía laburar para solventar sus gastos. "Trabajé en una ferretería y allí aprendí lo que cuesta ganarse los pesos. Por eso también quería jugar al fútbol y estaba decidido a pelearla" recordó de esa época. Un día se le dio y debutó en Primera. "Había 50 personas, pero a mi me temblaban las piernas" contó él. Jugó en la B de Colombia, le fue bien y despertó el interés de uno de los grandes del fútbol local y sudamericano: Nacional de Medellín. Con el verde antioqueño fue campeón de la Copa Libertadores. En el medio, con 28 años, terminó el colegio secundario y se recibió de bachiller.
El Colibrí es un jugador del seleccionado colombiano, y en una concentración del sub 23 recibió una noticia que lo dejó pasmado: "Era una mujer con la que había tenido unos acercamientos en Cali, me dijo que estaba esperando un hijo mío ¡Imagínate! Yo no deseaba eso, y ella me dijo de abortar, pero como ya concía la palabra de Dios decidimos seguir adelante". La palabra de Dios puede ser benévola, ¿Pero la de su mujer? Miguel se había puesto de novio hacía poco con Linda Pérez. "Fue muy difícil para mí. Yo jamás quise abandonar el hogar que habíamos decidido formar con Miguel, pero cuando me contó que iba a ser padre de un hijo con otra mujer le dije que no era lo que yo esperaba. Lo senté y le dije: ‘Qué es lo que quieres tú como hombre’, y bueno, hablamos, las cosas fueron cambiando y hace mucho tiempo que él es un gran padre con sus hijos conmigo y el que tiene por afuera también" dijo ella.






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