Su nombre es sinónimo de Hollywood, estrellato, alfombras rojas y películas icónicas. Sin embargo, Al Pacino sufrió, como muchas personas, lo que es no tener ni un gramo de educación financiera y querer mantener, a la vez, un estilo de vida digno de un jeque árabe.
A lo largo de más de cinco décadas en la industria, Al Pacino lo tuvo todo y lo perdió. Y, a pesar de malas decisiones que lo llevaron a tocar fondo y a tener que empezar a resignar sus gastos de lujo, el actor reconoce que hubo colegas, como Adam Sandler, que le tendieron una mano cuando las cosas se pusieron feas.
Así lo cuenta Pacino, ex novio de la argentina Lucila Solá, la protagonista del film Un buen día, en su autobiografía, Sonny Boy, donde relata cómo logró levantarse de la bancarrota, a inicios de los años 2000, gracias a Sandler, quien lo convocó para rodar con él una comedia.
“Jack y Jill fue la primera película que hice, luego de perder todo mi dinero. Para ser sinceros, la hice porque no tenía otra cosa en la que actuar”, contó Pacino, y sumó: “Adam Sandler me quería ahí, y me pagó un montón por ese trabajo. Yo lo amo a Adam, es alguien maravilloso con quien trabajar, y se convirtió en un amigo muy querido”.
LA PELÍCULA QUE MÁS PLATA LE DIO A AL PACINO
Contrario a lo que se podría suponer, Al Pacino no hizo bien las cuentas en los años ochenta, a pesar de haber participado en las películas más exitosas de la época, como El Padrino y Scarface. “Tenía un estilo de vida al tope. Tenía una casa en el campo, a la que no quería renunciar, pero estaba gastando en vez de ganando”, dijo.
“Me llevaba mucho pero traía poco. Yo no entendía cómo funcionaba el dinero, tampoco entendía cómo funcionaba una carrera. Era un idioma que no hablaba”, reconoció Al en sus memorias, donde reveló que, al día de hoy, aún se mantiene con las ganancias de Scarface. “Podría vivir de esa película, si es que viviera como una persona normal”, admitió.