Todavía es tiempo de balances. Momentos de mirar hacia atrás, recordar y hacer preguntas, análisis y evaluaciones. ¿Fue un año positivo 2019? ¿Las decisiones fueron acertadas? ¿O hubo más pifiadas que buenas determinaciones? Los diagnósticos están a la orden del día. Las promesas, ni hablar: “mañana arrancamos”, “en 2020 vamos a hacer todo lo que tenemos pendiente”, “ese viaje que tanto deseamos, es momento de hacerlo”. Después habrá que ver si se cumple o no, pero estos días son así. A todo o nada. Como se puede leer en otra página de la revista, son horas que se viven “blanco o negro”.
Julián Serrano atravesó un año medio complicado. Y medio si lo miramos con un solo ojo: con los dos fue terriblemente difícil. El entrerriano arrancó 2019 como campeón del Bailando por un sueño –se consagró, con Sofía Morandi, en diciembre de 2018– y lo termina absolutamente lejos de ese momento de triunfos y glorias. A mitad del certamen agarró el micrófono y le anunció a Marcelo Tinelli que se bajaba de la defensa del título.
El conductor lo miró extrañado, y su compañera peor aún. Habían perdido química, es cierto, pero ella no esperaba semejante novedad. Ni allí ni en el programa que conducían juntos –STO, por América–, del que también dijo adiós de buenas a primeras. Morandi finalmente quedó eliminada de la competencia que ganó Nicolás Occhiato y en sus palabras de despedida ni siquiera se acordó de Julián, quien para ese momento llevaba ya un tiempo refugiado en las redes sociales y en el afecto de los suyos, que serán unos cuantos pero principalmente se traduce en una persona: Malena Narvay, su novia desde que rompió el inquieto corazón de Oriana Sabatini.
Male, como la conocen todos, fue decisiva en esos momentos zigzagueantes de su muchacho. Cuando él se ladeaba de un lado al otro, ella no flaqueó. Al contrario. Se mostró firme, convencida y segura. No sólo fue su sostén: también lo apuntaló y, dicen, lo convenció para irse unos días de vacaciones a México. Porque un descanso nunca –jamás– está de más.
Primero pasaron por Paraná, la ciudad donde él nació, y después de energizarse al lado de familiares y viejos amigos, regresaron a Buenos Aires, fueron directamente a Ezeiza y otro avión los depositó en ese paraíso que es la Riviera Maya mexicana. A propósito de eso: ¿tendrán algún canje, que tantos famosos van a ese lugar? Es hermoso, nadie lo duda, ¿pero todos lo eligen como destino para vivir los mejores días del año?
En fin, Julián y Malena no se hicieron ninguno de esos cuestionamientos y se entregaron a un reparador descanso, que combinaron con chapuzones en el agitado mar y con algunas visitas a un conocido y muy recomendado parque de diversiones, donde les sacaron chispas a las atracciones acuáticas y mecánicas.
A Julián se lo vio sonreír. Sobre todo eso. Disfrutó. La pasó bien. Y pensó que los próximos tiempos pueden ser mejores. Ya con eso sólo 2020 empezó mejor que el final del año pasado.