Por ahí Luis Ventura no tiene el vozarrón más portentoso de la farándula argentina. Ni siquiera del periodismo de espectáculos: puede contar y confiar la mejor información, revelar los chimentos más calientes, conseguir las primicias más rimbombantes o confirmar las noticias más sorprendentes, todo eso sí, seguro, pero su tono no es el de mayor impacto ni el que puede ir más arriba en cuanto a graves y agudos.
Sin embargo, un grito suyo se volvió legendario para el ambiente. Una sola expresión. Un nombre y dos apellidos. Eso y la firmeza que utilizó para soltarlo. El presidente de Aptra, que supo dirigir Paparazzi como 15 años, estaba entreverado en una discusión con Daniel Gómez Rinaldi cuando los dos formaban parte de Intrusos, que está cumpliendo 20 años y es, un poco, el programa que marcó el camino de todos los que hacemos este periodismo. Luis había dado un enigmático y Gómez Rinaldi, otro buen colega, quiso sacarle el nombre.
“Hay una modelo que contó que Nicole Neumann ya había hecho eso”, dijo Ventura, ya bastante colorado y con el nudo de la garganta a medio desarmar. Danielito no fue para atrás, al contrario. Insistió, repiqueteó, y logró que Luis estallara en el grito que ya es historia. “¡¡¡¡Rocío Guirao Díaz!!!!”, bramó Ventura. Hasta ringtone es hoy en día.
El mismo alarido podrían haber rugido, durante todos estos días de enero, aquellos que fueron testigos de la belleza de la modelo –y ahora panelista de Pampita Online– tanto en Tulum, México, como en Miami, en los Estados Unidos. A esos dos lugares llevaron sus bellezas tanto ella como su marido, Nicolás Paladini. “Sus bellezas” incluye a ellos –Rocío esplendorosa, y Nico una cosa de locos– y a sus tres hijos, Aitana, Indio y Roma, porque todos los hijos son lindos, se llamen como se llamen sus padres.
En un lugar y en el otro la pasaron fantástico. Acompañó el tiempo (algo que en la Costa argentina suele ser un inconveniente) y pudieron entregarse a un bronceado perfecto y a un descanso reparador y muy necesario después de una temporada tan intensa como difícil: como todos los habitantes de la Argentina, Paladini debió enfrentar la severa crisis económica que afectó al país. En su caso, como titular de una de las marcas más populares de embutidos, fiambres y chacinados.
Tan relajada estuvo Rocío que hasta se permitió bromear con algunas circunstancias. Por ejemplo, con la posibilidad única de no tener que preocuparse por estar siempre impecable. “Diez días sin maquillarme, pero esto sí que son vacaciones”, se rio de las obligaciones que la tienen ocupada durante el año. Después se puso tierna y admitió que sus tres solcitos la pueden: “Soy re pegota de mis hijos, sí. Recontra pegota. Y me encanta darles besos, y si no me los dan ellos voy yo y se los robo”.
Los distintos restaurantes fueron testigos de cómo continuó su verano. Sin ocupaciones, sin apuros, sin rouge, base, francesita, pestañas postizas ni color. Y sin gritos de ningún tipo, aunque aquella expresión inolvidable de Luis Ventura siempre ande retumbando por donde esté ella.